Entre las nobles tareas que se me encargan en Sphera Sports y por las que sorprendentemente me pagan se encuentra la de ser uno de los CM de la cuenta principal. Allí hay que encontrar un equilibrio entre lo viral y la información; entre lo facilón y la seriedad. De Scott Parker ya me he atrevido a poner que los años no pasan por él, aunque eso puede que dure muy poco. Ya lo decía el propio Kiko Narváez: “Mejor estar lejos de los banquillos y comentar los encuentros con la calefacción en la cabina”. El inglés, un centrocampista dulce en sus tiempos como futbolista, puede que pierda años de vida con su Fulham, que cuenta sus tres encuentros de Premier League por derrotas.
Las penas de los londinenses vienen de lejos. Hace dos cursos, tras volver a la máxima categoría, invirtieron más de 100 millones de euros para terminar penúltimos con 26 puntos. Llegó Parker, con el elixir de la juventud, para levantar una escuadra que contra todo pronóstico volvió a la élite en la promoción de ascenso en Wembley. Sabiendo que el desorbitado gasto de hace dos años es irrepetible, este curso el Fulham ha tratado de recuperar a algunos de los futbolistas por los que pagaron mucho y, sobre todo, para construir un equipo con todas las letras y no poseer unas cuantas individualidades; algo que siempre es un mal negocio. De momento no está saliendo nada.
Y no es que no lo hayan intentado los de Craven Cottage, pero primero por su fragilidad defensiva y luego por la calidad de sus rivales, solo en ese orden, la palabra crisis acecha a los cottagers. En sus primeros encuentros han demostrado que en ataque siguen dándole toda la responsabilidad a Aleksandar Mitrović; que es lo mismo que fiar todo tu carisma a una camiseta hawaiana en pleno 2020. No es que eso esté mal, nadie lo está criticando, pero lo puedes hacer bastante mejor. Y no es porque el serbio sea un mal delantero, todo lo contrario, pero es que este 3-4-3 no le acaba de favorecer porque todos los ataques del equipo acaban igual: un centro en el que su fornido ariete debe lidiar con varios centrales. Él solo ante el mundo, sin casi apoyos en el área.
Si en ataque no se entienden lo de la zaga es aún peor. Ya no son los 10 goles en tres partidos, una cifra anormal teniendo en cuenta que bajo palos está Areola, sino las constantes faltas de concentración de la defensa. Esa línea de tres centrales es un triangulo de la Bermudas donde los delanteros rivales tienen espacio para vivir cómodamente y, encima, si a la falta de calidad para la élite le sumas los despistes solo queda un resultado: la derrota. Es cierto que Parker sigue pareciendo un chaval, pero viendo a Odoi, Hector o Ream esa cabellera agarrará pronto un tono grisáceo. Mientras no pierda densidad, pensará su técnico, no se acabará todo. Aunque solo sea el principio, si el Fulham no cambia acabará teniendo el mismo destino que hace dos cursos. Tony Khan, propietario de la entidad, ya ha pedido perdón en Twitter, señalando a la retaguardia como el mayor problema y asegurando que llegarán refuerzos. Como mínimo ya saben lo que necesitan.
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