Parece que fue ayer cuando Pep Guardiola entró por primera vez en la sala de prensa del Allianz Arena el 24 de junio de 2013 y saludó a todos los presentes con un cercano «Grüss gott meine damen und herren« (Buenos días señoras y señores). No era una frase elegida al azar: En Baviera, lo más normal es que alguien al saludarte lo haga diciendo «Grüss gott«, ya que es una expresión muy típica de la región. En su primer discurso como entrenador del Bayern se pudo apreciar que había puesto bastante ímpetu en aprender el idioma. En solo unos meses fue capaz de articular oraciones, más o menos correctas, y pronunciar palabras que, a simple vista, parecen impronunciables. Las impresiones fueron muy positivas, en general, para el público alemán, que no dudó en alabar la capacidad de aprendizaje de idiomas del ex entrenador del Barcelona.
Tras un año sabático, Guardiola cambió Nueva York por Múnich. Tocaba familiarizarse en el ambiente de un país nuevo, con una cultura social y futbolística diferente y con un club que quería comenzar una nueva era de dominación en Europa. Pese a que la elección del Bayern parecía la más fácil por el amplio dominio en la liga doméstica, el ‘triplete‘ heredado por Heynckes era una ‘manzana envenenada‘. La presión por tener que tener éxito desde su primer día de entrenamiento era, y es, una losa que acompañará al de Santpedor hasta que su estancia en el club se termine.
Primera temporada: aprendizaje mutuo
¿Qué hay que cambiar de un equipo que lo ha ganado todo? Esta pregunta ronda por la mente de muchas personas y es hasta lógica. Sin embargo, la retirada de Heynckes de los banquillos obligó al Bayern a actuar. Guardiola estaba libre y, finalmente, decidió aceptar la oferta del campeón alemán. Su primera y más difícil tarea consistió en enseñar una nueva forma de jugar a un equipo que nunca había jugado de esa forma. Pese a que perdiera por 4-2 ante el Borussia Dortmund en la Supercopa de Alemania, consiguió ganar cuatro de los seis títulos posibles en su primer año. Sin embargo, el doloroso 0-4 del Real Madrid en el Allianz Arena manchó su currículum de aquella temporada. El estilo del fútbol alemán también provoco que Guardiola tuviera que innovar varias veces durante la temporada. Ese fútbol donde hasta el último clasificado sabe contragolpear perfectamente hizo que el entrenador catalán tomara muchas ideas, que han acabado plasmándose en su segundo año.
En el plano personal, Guardiola se mostró encantado con su vida en la ciudad. En su villa cerca del rio Isar goza de toda la tranquilidad del mundo, pese a encontrarse en plena urbe. Su esposa e hijos pasean por la ciudad tranquilamente, ajenos al foco mediático, algo de lo que no disfrutaban habitualmente en España. Tampoco hay que olvidar las figuras de Sammer, Uli Hoeness y Rummenigge, que se encargaron en todo momento de ayudar a la familia en lo que hiciese falta. La defensa por parte de los «tres tenores» fue algo de lo que nunca pudo disfrutar en su etapa en Barcelona, donde casi siempre él hacía las veces de entrenador, portavoz y presidente.
Segunda temporada: Aplicar todo lo aprendido
Ya con su primera temporada en el bolsillo y con todas los conceptos tácticos del juego de posesión asimilados por los jugadores, Guardiola pudo, al fin, crear un Bayern que se asemejaba más a lo que él quería. El equipo era mucho mas fiable defensivamente (4 goles encajados en Bundesliga en la primera vuelta), atacaba mejor y lo hacía de forma más rápida. Hasta la el final de la primera mitad del campeonato, el Bayern no pasó ninguna clase de apuro, pero todo se torció a partir de febrero. Las lesiones de Alaba, la tardía recuperación de Lahm, las lesiones de gran duración de Robben y Ribery y la enésima del desafortunado Holger Badstuber mermaron al equipo en demasía, provocando que el once titular de todo el mes de marzo llegara muy fatigado a abril y mayo. Por esos motivos, Guardiola volvió a crecer como entrenador: Su dirección de campo y su estrategia evolucionaron al siguiente nivel. El mejor ejemplo es la remontada ante el Oporto, donde el Bayern remontó el 3-1 de la ida con un 5-0 en la primera parte del partido de vuelta con casi el mismo once que perdió una semana antes. Finalmente, los muniqueses ‘solo’ pudieron levantar la ensaladera de Bundesliga.
Su segundo año también ha tenido momentos personales muy emotivos. Su vuelta a Barcelona para enfrentarse al equipo de su vida, su celebración con los árbitros y los jugadores, sus sprints por la banda reclamando penalties, el agujero en su pantalón el día de la remontada ante el Oporto, la silla de madera para ver la tanda ante el Bayer Leverkusen… Se ha visto un Guardiola más pasional que de costumbre.
Las semanas más difíciles de Guardiola
No todo ha sido alegría en su etapa en Múnich. Su peor semana fue, sin duda alguna, en la que cayeron ante el Real Madrid en el Allianz Arena. Además del resultado, días antes falleció Tito Vilanova a causa de un cáncer, lo que afectó más aún al entrenador en esa semana crucial. Las criticas posteriores a la eliminación fueron muy duras y la prensa llegó a especular con que no seguiría en el banquillo la siguiente temporada. Lo mismo ocurrió hace a penas unos meses cuando se produjo la eliminación en Champions a manos del Barcelona. El supuesto affaire con el ex médico del club Müller – Wohlfahrt tras la derrota en Oporto también provocó las criticas de medios y de aficionados, pese a que nunca criticó al doctor por la derrota.
Guardiola ya ha empezado su tercera pretemporada con el club muniqués con el objetivo claro de ganar definitivamente la Champions League por encima de cualquier otro título. Tras dos años cayendo en semifinales, es casi una obligación volver a ganar una Copa de Europa en San Siro. La motivación de ganar la cuarta liga seguida (nadie lo ha hecho antes) también está presente en los jugadores. La palabra ‘triplete’ ya ha sido nombrada por muchos medios de comunicación, aunque equipo y entrenador prefieren ir paso a paso y no adelantar acontecimientos.
Quien sabe si será su última temporada Múnich. Quizás renueve, se vaya a un nuevo club o acabe tomándose otro año sabático por el desgaste que supone un banquillo de un equipo de primer nivel, pero no se puede negar que Guardiola y su familia se encuentran muy felices en la ciudad. El catalán llegó incluso a decir que se sentía «un muniqués» en la celebración de su primera Bundesliga. La directiva desea que permanezca durante muchos años en el club, aunque la lógica hace pensar que acabará yéndose más pronto que tarde. Su futuro se decidirá en los próximos meses, aunque nadie sabe si este será su último verano como muniqués o si seguirá durante más tiempo.
Periodismo | Seguidor del Bayern München | Gestiono @Bundesphera y @BayernSphera | Escribo para @SpheraSports.
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