Quizás el FC Barcelona es como Narciso, que se mira en su reflejo y se enamora. El problema es que su visión no es la de ahora; es la de hace una década cuando deslumbraba por Europa y, claro, se confunde. Así acaba como acaba: ahogado y sin gloria. Por ello, insistió en Lisboa con un estilo desfasado para las herramientas que posee en una demostración de lo mal que ha planificado su proyecto desde hace un lustro y donde Leo Messi tapaba todo. Hasta cierto punto. El 4-4-2 de Quique Setién hizo aguas por todos los lados en Lisboa, repleto de centrocampistas que preferían una noche en el dentista antes que recibir con un rival en su cogote. El Barça, con un Marc-André ter Stegen desesperado, sin ayudas, trató de buscar en largo a Suárez y Messi porque nadie de su sala de máquinas podía girarse. Hoy, el que muchas veces ha sido prócer, sufrió lo indecible. La definición del 2-8 es que los jugadores más rápidos, los que podían romper realmente a la tremendamente adelantada zaga de los de Baviera, eran los propios laterales; que ya bastante tenían con lo suyo. Aguantar la peor derrota de la historia de la entidad.
Puede que Arrigo Sacchi se haya paseado por la ciudad deportiva del Bayern y les haya otorgado unas cuerdas, como solía hacer en sus mejores tiempos, con una única premisa: estar juntos. Así se mueve este equipo, como un acordeón en el que ni un piojo se cuela entre líneas. Los catalanes, ante tal tesitura, solo pudieron apostar por unos pocos pases al espacio a los que esperaban, con mucha alegría, los defensas germanos; ya que Davies y Alaba llevan cohetes en las piernas. Puede ser arriesgado, pero vale la pena y los resultados hablan por sí solos. Mucho peor sería, por ejemplo, darle el balón al Barça para que Messi corra a sus anchas. No es una defensa de papel, desde luego. Los alemanes, desde la llegada de Flick, lo han hecho así siempre. Y lo han ganado casi todo. Y parece que lo ganarán todo.
En Can Barça lo que se asemeja es que no requería tanto a un Paulinho y a un Vidal como se reclamaba tras grandes debacles en Champions. Puede que lo necesita este cuadro en el campo es una disposición en la que no tuviera a dos puntas inexistentes sin balón. Los azulgranas, con la época Pep Guardiola siempre en su imaginario colectivo, parece que solo pueden jugar bien. Sin embargo, para hacer eso, también necesita esa presión que les hacía recuperar el cuero en cuestión de segundos. El mal denominado tiquitaca ha corrompido muchas almas pese a que la realidad es que no se puede ganar solo con tener dominio del balón. También es necesario defender y eso no lo pueden arreglar ni Setién ni Valverde, que cada día, por el contexto, se parecen más y más. Puede que el Barça mañana cambie al entrenador, pero desde luego lo que urge es una revolución, como dice el propio Gerard Piqué, de arriba abajo.
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