Si has leído alguna vez mis análisis post GP, recordarás que suelo escribir sobre los cinco aspectos que considero más a destacar durante el fin de semana de carrera. En ocasiones muy especiales cambio el registro. Esta es una de ellas. Carlos Sainz ganó su primer Gran Premio de Fórmula 1 y como español no me queda otra que dedicarle por completo el artículo. El “trabajador silencioso” por fin tiene su ansiado premio. El siguiente paso que quería dar en su ascenso para llegar a ser un día campeón del mundo.
Se le estaba atragantando más de lo deseable. Siempre había destacado por su rápida adaptación y en el año que tenía un monoplaza apto para pelear por victorias, no estaba siendo capaz de encontrar el rendimiento. Esto le hizo entrar en una espiral de malas sensaciones que le impedían mejorar al ritmo que debería para terminar adaptándose y conseguir mejores resultados. Sainz es muy trabajador y también muy cabezón. Esto segundo, que tantas veces le ha venido bien en el pasado, le estaba resultando una carga. En el podio de Silverstone pudimos ver cómo se liberó de este peso.
La sonrisa recogiendo el trofeo de ganador le delataba. Por fin lo consiguió. Por fin pudo desbloquear de su mente el tope de no haber ganado en Fórmula 1 teniendo monoplaza para ello. Este logro llegó en un día en el que no lo tenía todo de cara, pero la categoría le debía esta victoria y la acabó consiguiendo. En los pasados Grandes Premios de Mónaco y Canadá demostró tener ritmo para ganar y no lo pudo conseguir. En Silverstone no las tenía todas consigo y acabó ganando.
La victoria llegó poniendo pie en pared contra su propio equipo. Durante el transcurso de la carrera favorecieron a Leclerc porque se mostraba con algo más de ritmo. La realidad es que su ventaja no era sustancial y cuando Sainz le dejó pasar no abrió una distancia muy grande. Con el coche de seguridad le pidieron al español que ralentizara su marcha para abrir hueco con su compañero y así darle algo de oxígeno ya que los neumáticos de Leclerc no eran los adecuados para la ocasión. Pensándolo fríamente, Ferrari podía tener razón. Pero Sainz dijo basta. Pensaría para sí: “Ya está bien de favorecer al otro cuando este es mi momento”. STOP INVENTING. Esta frase que quedará ya para siempre, le salió del alma.
Este acto de rebeldía puede ser hasta un poco feo. El tema es que Carlos se hartó. Ya sabe que su equipo se ha equivocado con la estrategia en otros momentos. Y en la ocasión en la que todo se le había puesto de cara para lograr su primera victoria no iba a ceder para favorecer a su compañero. Si lo hacía, dejaba pasar el tren de su oportunidad. A mitad de carrera dieron órdenes de libertad para luchar y perjudicaron a Sainz. A final de carrera equilibró la balanza para él.
Esta garra tiene que estar presente si se quiere ser campeón del mundo. Por eso considero que esta victoria es más que una primera victoria. Bien es cierto que su ritmo no fue el mejor, pero sí lo fue en actitud y mentalidad competitiva. Y así es como se van forjando los campeones.
Ya ha pasado a la historia como el segundo piloto español en lograr una victoria. Ha conseguido parte de lo que soñaba cuando de pequeño veía a Fernando Alonso por la televisión. Además, pudo conseguir este logro compartiendo la pista con quien fue su inspiración en el pasado. Conseguido el hito de la victoria, lo siguiente es luchar por el campeonato. El 2022 está muy difícil, pero no perdido.
Imagen de cabecera: Galería Ferrari