A Jorge Vilda siempre se le ha achacado su inmovilismo en las convocatorias. A contar con un bloque definido y a que le acusen de falta de ‘meritocracia’. A preferir llamar a jugadoras recién recuperadas de una lesión o en estado renqueante que a caras nuevas. Y sobre todo, a apostar siempre por la juventud antes que por la veteranía.
Esto último tiene toda su lógica, para qué nos vamos a engañar. Por sus manos ha pasado, en categorías inferiores, la generación más prometedora de la historia del fútbol femenino español. Un grupo de futbolistas que ha ganado medallas de todos los colores en Europeos y Mundiales. Llamar a estas jugadoras no solo es conveniente por el nivel que son capaces de ofrecer, sino también de cara a un cambio de ciclo que puede llegar en el momento más inoportuno. La creación de una selección sub-23, dirigida por Laura del Río, va por esos derroteros.
Lo malo (dentro de lo bueno que es tener un abanico tan espectacular donde elegir) es que muchas jugadoras que brillan con luz propia cada fin de semana tienen muy difícil alcanzar la Selección absoluta. Más todavía para aquellas que superan la treintena. La media de edad de las convocatorias de la Roja casi nunca supera los 24, y la más veterana, la única que sobrepasa los 30 (junto a la capitana Irene Paredes), es una Jenni Hermoso indiscutible por motivos evidentes. Estamos muy poco acostumbrados a ver una cara nueva o sin apenas internacionalidades y que reciba la llamada del seleccionador español, más si cabe para un torneo tan importante como el que va a afrontar la próxima semana la Selección, con rivales de alcurnia con los que luchará por el título de la Eurocopa este verano.
Esta vez, Vilda ha hecho una excepción y ha apostado por una jugadora cuya presencia ha sido celebrada de forma unánime. Claudia Zornoza lleva más de una década instalada en la élite, demostrando un talento en tres cuartos de campo que ha deleitado a orillas del Turia, en Zubieta y en la capital española. Sin embargo, su testimonial presencia en la Selección nacional se reduce a algún entrenamiento con Ignacio Quereda y su primera y única internacionalidad, la de debut ante Rumanía en 2016.
De eso han pasado siete años. En 2018, antes del Mundial, fue llamada para hacer grupo. Siempre ha figurado en listas amplias, pero faltaba el último paso y Vilda lo ha dado. ¿Por qué precisamente ahora?
«La conocemos desde hace mucho tiempo, nos ha llamado mucho la atención el rendimiento de este año. Su calidad es conocida por todos pero hemos visto comportamientos en defensa que nos han llevado a pensar que es su momento”, declaró el preparador español en rueda de prensa. No hay duda de que Zornoza este curso ha dado un salto de calidad más allá de sus prestaciones técnicas. Casi por obligación, la madrileña ha tenido que multiplicarse en el campo, realizando tareas que en otro tiempo no le correspondían, y tapando los múltiples huecos que dejaba una plantilla descompensada ante la plaga de lesiones de principios de temporada. Sin Maite Oroz, Teresa Abelleira o Kaci, Claudia se vio obligada a llevar el timón y la segadora. Y lo hizo rematadamente bien.
Su actual condición de todocampista la eleva a un primer plano, dadas las necesidades de una plantilla que confía todo a Patri Guijarro. Irene Guerrero se ha vuelto una asidua como su relevo natural, pero probar a una Zornoza con el rendimiento por las nubes era una opción por la que Vilda se ha terminado por decantar. A la espera de que Virginia Torrecilla recupere el tono (así lo ha dicho el propio seleccionador) y con Maitane López o Iris Arnáiz fuera de los planes iniciales, a Zornoza se le ha abierto una puerta que hacía tiempo creía cerrada a cal y canto. Y con la Eurocopa en el horizonte.
“Estoy seguro de que va a aprovechar su oportunidad. Tiene algo más de 30 años pero es un ejemplo de que nunca es tarde”. Para que luego digan de Jorge.
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Imagen de cabecera: @claudiazornoza