A todos nosotros la vida nos ha puesto (o nos pondrá alguna vez) con tres bolas de partido en contra, el cómo respondemos ante esa situación nos define como personas.
La enorme victoria de Carlos Alcaraz en la final de Roland Garros, mas allá de ser emotiva e inspiradora en cotas estratosféricas, deja una serie de lecciones que traspasan lo estrictamente deportivo. Como nos gusta reivindicar en esta casa: el deporte es vida, y hay ciertos valores que sirven para ser aplicados en tu día a día, aunque el único deporte que practiques de forma regular sea el de bajar la basura.
El triunfo de ayer es el de todos aquellos que nunca bajaron los brazos, el de los que lucharon cada bola como si fuera la última. La épica lucha de gigantes vista en la Phillipe Chatrier es una representación casi teatral de todas aquellas personas que se aferran al célebre: “1% de opciones, 99% de fe”.
La vida ya es a menudo lo suficientemente ingrata, cruel e injusta, como para desistir. Tal vez no hayas tenido una raqueta en tu vida, pero créeme que tú también puedes centrar el objetivo, sacar todo tu talento y buscar ir un paso más allá para revertir la situación, por muy duro que sea el contexto. Es increíble la fortaleza mental y física que puede sacar el ser humano en un escenario de adversidad.
En la tierra batida de París, Carlos Alcaraz solo hay uno, pero en el día a día todos podemos remontar y revertir situaciones muy complicadas. La tenacidad, la resiliencia y la confianza en uno mismo cuando todo está en contra y parece perdido debería ser la Santísima Trinidad de cualquier persona, sea deportista de élite o no.
Cuando dicen que el deporte es una gran fuente de inspiración es precisamente esto. Carlos Alcaraz ayer no solo ganó un Grand Slam de forma heroica, Carlos Alcaraz ayer lo que te dijo claramente es lo mismo que te cantaba ‘Journey’: ‘Nunca dejes de creer’. Y sí, te lo dijo a ti, que estás leyendo esto y has atravesado, atraviesas o atravesarás por momentos muy delicados.