Suelo fijarme bastante en los alimentos que consumo. Mi planteamiento es simple: creo que la salud es algo en lo que vale la pena invertir, así que trato de ahorrar en otras cosas y hago lo posible para consumir productos que ayuden a mi organismo a estar lo más sano posible. Entre mis compras, se encuentran los productos ecológicos y de proximidad, que van acompañados a menudo por un “sello de calidad”. Dicho distintivo sirve para demostrarle al cliente que la recogida, crecimiento, fabricación o distribución del producto se ha realizado acorde a unos patrones que le otorgan calidad. En otras palabras, vienen a señalar y distinguir estos productos que destacan por sus características especiales.
El renovado e ilusionante Barcelona B, dirigido (a mi juicio) de forma magistral por Francesc Xavier García Pimienta, ha empezado a encontrar su sitio en la siempre complicada Segunda B. Dejando de lado si esta categoría es el mejor espacio de formación para quien apuesta por el talento y tras un inicio algo titubeante (quizás provocado por la adaptación de bastantes chavales que el año pasado jugaban en el equipo juvenil) se está empezando a vislumbrar un encaje de piezas que ha permitido al equipo ir sumando puntos pero sobretodo sensaciones. Dicho de otra forma, podemos afirmar que el técnico catalán está consiguiendo acercarse a la idea que siempre ha perseguido: dotar al filial de un sello de calidad que proporcione a sus pupilos las características necesarias para, en el futuro, aterrizar con éxito en el primer equipo.
Al igual que los alimentos de los que hablaba en el primer párrafo, lo que se pretende al añadir este sello de calidad al equipo formado por los Aleñá, Riqui Puig, Miranda, Álex Collado, Monchu o Abel Ruiz es nada más y nada menos que dar el visto bueno en cuanto al crecimiento y maduración de cada jugador, para así facilitarle la tarea al consumidor (cuerpo técnico del primer equipo), quien debe entender que la mejor receta para cocinar un fútbol altamente saludable pasa por la elección de estos productos, que representan como nadie las particularidades del juego que pretende y debe desarrollar el FC Barcelona.
Un sello de calidad no es sencillo de conseguir. Se obtiene a partir de una serie de criterios que son definidos con anterioridad por normas preestablecidas. Se trata de una especie de aval, que suele venir por parte de una autoridad, que establece las condiciones que debe tener el producto para disfrutar del citado reconocimiento. En nuestro club, estos criterios se conocen como ‘ADN Barça’: un estilo de juego que estos jugadores llevan practicando desde la FCBEscola y que, pese a las garantías de éxito que el club ha experimentado gracias a la dieta que viene haciendo toda esta última década, no se encuentra en su mejor momento en cuanto a distribución y confianza por parte del cliente, provocando que varios productos hayan sido válidos elementos de exportación a otros mercados y culturas.
Aún más incomprensible es la distancia que se ha formado entre el espacio de fabricación del producto (categorías inferiores y filial) y el espacio de distribución y consolidación en el mercado (primer equipo). Uno de los requisitos para el éxito de este tipo de producto es tener en cuenta los beneficios que puede aportar el hecho de ser considerado ‘de proximidad’. Y en este sentido, no hay nada mejor que abastecer el primer equipo de gente criada y formada en casa. No hay nada mejor que volver a enamorar al mundo con un estilo de juego desarrollado para auténticos especialistas que solamente tenemos aquí. No hay nada mejor que competir en la mayoría de campos con cinco, seis, siete canteranos en el once titular. No hay nada mejor que entender el filial, por encima de todo, como un espacio de formación para jugadores con el propósito de abastecer de forma real y efectiva al primer equipo.
Al final, todo se reduce a querer creer en ello. Apostar por este producto local, de proximidad, con sello de calidad que garantiza grandes resultados y satisfacciones. Porque al final, como ya sabemos y podemos corroborar en todos los ámbitos de la vida, no hay nada como lo que tienes en casa. No hay nada como un producto criado en ese huerto particular llamado La Masia, con una buena dosis de abono de toque y posesión, fertilizado con una buena salida de balón y suplementado con la idea de que el músculo que más hay que desarrollar dentro del terreno de juego no se encuentra precisamente en las extremidades. En resumen: dándole a tu producto la oportunidad de crecer en el mejor hábitat posible.
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