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No hay club

No hay club. No existe. Puede que haya una plantilla aceptable, un técnico con las características para salvar al equipo, pero la entidad está muerta. Firmar a más de 30 jugadores en menos de dos años, cambiar constantemente de entrenador y director deportivo, despedir a cinco trabajadores, esencia pura del eterno Caja, y encima querer conseguir el objetivo es muy difícil.

Este barco a la deriva llamado Real Betis Energía Plus tiene como mayor responsable a su presidente Fernando Moral. Curioso que en todas las situaciones de cambio, el único que haya aguantado en el cargo haya sido él. Club, no. Yo, sí. Esa es la filosofía de este señor que, por ejemplo, prefirió abrirle la puerta del club a Meythaler y Galilea antes que continuar con Juan Llaneza y Don Alejandro García Reneses. Año 2014. Llamémosle el año del cambio, la temporada donde empezaron a menguar los profesionales y se hicieron latentes los enchaquetados de poca monta. Un final de temporada de 2014 que desató la ilusión en la afición llenando San Pablo. Aíto comandando un grupo joven con Satoransky, Radicevic, Porzingis, Hernángomez o Balvin, entre otros. También se despreció a Diego Ocampo, un coach capacitado de sobra para cualquier situación, como está demostrando ahora en el Joventut ¿Había equipo? ¿Había entrenador? ¿Había ilusión en Sevilla? Pese a que todas estas respuestas tuviesen un rotundo sí, en los despachos se venía maquinando la venta del Caja a Jefferson Capital, que vino como se fue, sin poner un euro. Pero ahí seguía Moral, antes y después. Y ahí continúa con un gran sueldo y después de un descenso deportivo, el primero en la historia, salvado in extremis en los juzgados. Moral, el peor presidente en la historia del club, una persona que se mueve bien por las altas esferas políticas, pero que de baloncesto sabe poco o nada. Mantenido por los americanos, por La Caixa y ahora por el Betis, aunque en el conjunto verdiblanco ya no ven tan claro su papel. Más vale tarde que nunca.

En lo estrictamente deportivo, este Betis tiene una plantilla para salvar la categoría, pero lo institucional sobrepasa todo lo demás. No hay club, la oficina es un desierto, porque Susana, Nacho, Virginia, Pedro y Gaby, los cinco despedidos, no sólo hacían de maravilla sus funciones sino que se multiplicaban. Porque los pequeños detalles son los que hacen grande a un club. Estas personas engrandecieron al equipo, ayudaron a los jugadores nuevos a acomodarse en la ciudad, le buscaron cobijo en su casa si es necesario, se los llevaban a comer, los acogieron como si de un hermano se tratara. Porque el Caja era una familia donde todo sumaba. Ahora es un solar donde todo resta. Faltan personas que amen al club. Aunque no hay dinero para seguir con estos trabajadores, sí lo hay para firmar un director deportivo que ya ha quedado desacreditado al afirmar rotundamente en la presentación de Óscar Quintana que no iba a fichar porque “la plantilla está equilibrada”. En poco más de una semana, Draper se convierte en nuevo jugador. Y seguro que no será el último fichaje, lo que provocará un coste extra para el Betis como club. A este nivel, el baloncesto es sinónimo de pérdidas. Así que, de un presupuesto de 3.6 millones para esta temporada, si somos muy optimistas, el Betis podrá generar un millón de ingresos. Repito, siendo muy optimistas. Por lo que la cuenta es fácil, el club tendrá que poner más de 2.5 millones. Un dinero destinado al baloncesto que tendrán que explicar los dirigentes en la Junta de Accionistas. En la Asamblea del 31/12/16, donde se votó si el baloncesto se integraba o no en el Betis, Ramón Alarcón explicó que, además de una inversión, se potenciaba la marca Betis. Claro, se potencia si se hacen los deberes medianamente bien. Ahora están arrastrando una marca y un escudo.

Nada pasa por casualidad. 0-8 de inicio, récord histórico negativo para el equipo de baloncesto en Sevilla. Situación crítica, ridícula y muy vergonzosa para los aficionados. Un despropósito. El Betis debe actuar con firmeza, de verdad, sin medias tintas. Si la entidad verdiblanca apostó fuerte por este deporte, salvándolo de la desaparición, ahora debe levantarlo de la mediocridad.

Dontaye Draper, a un paso de ser el timón del Real Betis Energía Plus | Getty

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