Cuando nos meten de pequeños en el colegio nos adoctrinan para ir escalando retos. Aprender a leer y escribir como punto de partida. Colorear. Sumar y restar. Multiplicar. Pensar en resolver problemas y cálculos ficticios. Dividir. Luego a interpretar. Y así, para el que quiera, se dibuja un camino profesional donde la teoría debe servir de colchón de la práctica.
Muchos me preguntan dónde ir a aprender a narrar. Podría deciros que existe una fórmula para mecanizar, que la hay y se explica. Podría explicaros ejercicios para mejorar los reflejos, que se necesitan. Podríais necesitar una pizca de suerte, que va preciada. Y después de todo ello, que siempre suma, igual estaríamos en el punto de partida.
Yo recomendaría empezar por el principio. Para narrar fútbol, crecer pegado a una pelota ayuda. No es imprescindible, seguro, pero suma. Y empieza sumando en la escuela. Cada sensación importa y te marca la personalidad, tanto en equipo como jugando un alemán contra la puerta de un garaje. Cada palabra puede repercutir en el futuro, como cuando tu madre te manda a comprar el pan para la cena. Cada vez que te sientes con tu familia a comer, cada juego de mesa, cada cubo de Rubik resuelto es un aprendizaje.
Crecer en vestuarios y formando parte de equipos humanos relativiza lo importante. Para uno será marcar, para otro el lomo-queso post partido. Cada cual sabrá lo que más le motiva entorno al juego, pero tiene que defenderlo sin fisuras. La credibilidad es una dote fundamental y sin confianza todo se cae. Ninguna historia se sostiene desde la duda.
La época del pavo. Ahí tiene que llegar el cosquilleo. Ahí tiene que brotar todo lo acumulado años atrás. Si la mochila va llena de traumas es el momento de soltarlos. Si va llena de momentos gloriosos alguna caída gorda está por venir. Refugiarse en la lectura ayuda a domesticar los pensamientos. No a aniquilarlos, sino a darles forma de mensaje bajo el filtro de tu personalidad. El que juegue de diez nunca va a comer lo mismo que el que juegue de cinco.
Cuando llegue la mayoría de edad hay que llevar base, la colección de vivencias que te definirán. Si siempre has copiado en los exámenes, tu destino está escrito. Si has aprobado pagando, también. Las inquietudes son bien recibidas a la hora de prepararse para contar algo. Llegar con preguntas a un partido y ser capaz de resolverlas e interpretarlas te lo da la vida, no las nemotécnicas.
Prepararse, estudiar, viajar, no desfallecer. Es todo parte del mismo trayecto. Porque cuando llega el momento, cuando crees que se trata de improvisar, todo sale del mismo sitio. Es un recuento de experiencias absorbidas, de conocimiento de reglas, gentes y culturas. De vestuarios e implicaciones emocionales. Narrar fútbol es poner tu vida en cada jugada.
Imagen de cabecera: GABRIEL BOUYS/AFP via Getty Images