Hasta hace poco tiempo, al territorio de las Bermudas se lo podía conocer por algunos lugares comunes: sus exóticas playas, la utilización que hacen las empresas extranjeras del reaseguro que ofrece el territorio (algo que le deja cuantiosas ganancias, al igual que el turismo) y el famoso Triángulo de las Bermudas, sitio de mitos y leyendas que incluso hoy sigue fascinando a los conspiranoicos. ¿Y el fútbol? Bien, gracias.
Y es que los Gombey Warriors (Gombey proviene de la palabra Goombay, la cual es una danza típica de origen africano y que usaban los esclavos para protestar, usando máscaras y trajes de llamativos colores) no tuvieron prácticamente éxito alguno en el ámbito internacional. Afiliados a la FIFA y a la CONCACAF en 1967, no se habían clasificado hasta el 2019 a ningún torneo, ni siquiera a la pequeña Copa del Caribe. Sin embargo, tampoco es que fueran el seleccionado más débil de la región. De hecho, lograron vencer en su día eliminar a Haití y luego vencer a El Salvador en las eliminatorias para el Mundial de 1994. Cuatro años después le endosaron dos goleadas a las Islas Vírgenes Británicas (5-1 y 9-0) y para Alemania 2006 consiguieron su resultado más abultado al destruir a una floja Montserrat por 13-0. Sus eliminaciones muchas veces fueron con lo justo: algún gol de visitante, una caída por uno o dos tantos, siempre ante selecciones un poco más fuertes. Quizás aquello fuera lo más doloroso: Bermudas tenía el nivel suficiente para despachar a oncenas de igual o peor calidad, pero no podían superar la siguiente barrera. Sin embargo, todo cambió a finales de la década pasada.
Kyle Lightbourne, un ex jugador –y leyenda- del seleccionado caribeño que hizo casi toda su carrera en Inglaterra (llegando a disputar una temporada en la Premier League con el Coventry en la temporada 1997-1998) tomaría las riendas de Bermudas en 2017, continuando con la idea del anterior entrenador, Andrew Bascome, de buscar el talento en cualquier lugar del mundo, ya que puertas adentro no lo tienen fácil: apenas si hay más de 70 mil habitantes en el territorio, y no todos juegan fútbol.
De a poco la casaca azul y rosa se fue llenando con muchachos provenientes de las universidades estadounidenses o de las divisiones de ascenso de Inglaterra. Pero, de entre tantos jóvenes (la mayoría de los convocados tenían entre 20 y 25 años) aparecía uno un poco más grande pero sumamente curtido en mil batallas. Ese era Nahki Michael Wells.
El líder de la revolución
Nacido el 1 de junio de 1990 en Hamilton (la capital de Bermudas) desde niño siempre tuvo en claro cuál era su camino a seguir: él soñaba con realizar una carrera similar o superior a la que alcanzaron sus ídolos, Shaun Goater y el propio Lightbourne, expertos en abrir puertas a sus compatriotas en Inglaterra. “Ambos tuvieron buenas carreras en Inglaterra y demostraron que era posible jugar al más alto nivel” diría en el 2014 en una entrevista realizada por el sitio de la CONCACAF.
Siendo joven estuvo cerca de irse al Ajax, equipo con el que realizó unas pruebas, aunque finalmente no fue tomado en cuenta. Pese a su tristeza inicial, entendió que si quería alcanzar cotas más altas debía entrenar muy duro y pulir sus cualidades, ya que así las opciones aparecerían tarde o temprano. En el 2010 decidiría dar un paso grande, armando sus valijas para irse a la Richmond International Academic and Soccer Academy de Leeds, donde tendría la posibilidad no solo de entrenar a un nivel más alto, sino de ser visto por los clubes británicos. Tras unos breves pasos por el Eccleshill United y el Carlisle United terminó fichando por el Bradford City en el 2011, escuadra que disputaba por aquel entonces la League Two, la cuarta división.
Con The Bathams (una especie de gallito) vivió tres años sensacionales, logrando 53 goles en 112 presentaciones, ayudando a los suyos a alcanzar nada menos que la final de la Copa de la Liga en el 2013 (donde cayeron por 5-0 ante el Swansea) y el ascenso a League One un año más tarde, cuando decidió que era tiempo de ir por más.
Fue así que llegó al Huddersfield, que militaba en Championship, donde jugó durante cuatro años, siendo el goleador del equipo en las últimas dos, uno que, lamentablemente, no podía luchar por otra cosa que no fuera por la permanencia. Curiosamente, la campaña siguiente a su partida sería la de un sorprendente ascenso a la Premier League.
Mientras luchaba ante defensores rudos y convertía goles de todos los colores, las chances de disputar encuentros con su amada selección no dejaron de llegar. Pese a tener que viajar largas distancias, realizando varios trasbordos en el medio, siempre que armó su bolso lo hizo con alegría. «Sería fantástico si me ven como un modelo a seguir» declaraba cada vez que podía, animando a los suyos a luchar por sus sueños. Internacional desde el 2007, Nahki apenas si pudo jugar con su patria, ya que estos tampoco disputaban tantos partidos anualmente, algo que pasaba con buena parte de las escuadras caribeñas.
La CONCACAF, dispuesta a cambiar esto, creó la Liga de las Naciones. Sin embargo, a diferencia de su homóloga europea, aquí no comenzaron directamente con las divisiones (establecidas por el ranking FIFA), sino que se realizaron unas clasificatorias con 34 selecciones: todas las que pertenecen a la confederación menos las seis que se habían clasificado al hexagonal final rumbo a Rusia 2018 (que ya se habían asegurado su lugar en la Liga A y en la Copa Oro) y Guatemala, suspendida. Todas jugarían 4 partidos, dos en casa y dos fuera, con el objetivo de ver como se conformarían las tres divisiones. Pero había un aliciente extra: las diez mejores jugarían, también, la Gold Cup.
El delantero, que había fichado por el Burnley (de Premier, aunque se encontraba a préstamo en el Queens Park Rangers de Championship), no jugaba para los Gombay Warriors desde marzo del 2015. Sin embargo, eso no le impidió seguir con ímpetu el devenir de esta emocionante clasificatoria, una que había comenzado de manera pésima, ya que Bermudas había caído ante la débil Aruba por 3-1. La esperanza volvería a renacer en el corazón de los isleños al derrotar por 12-0 a la ignota Sint Maarten (una de las selecciones no afiliadas a la FIFA).
En la tercera jornada Bermudas se vio las caras ante El Salvador (que venía de derrotar a Montserrat y Barbados) en el Estadio Nacional de las Bermudas, un duelo clave para seguir soñando con su primera clasificación para la Copa Oro. Lightbourne, por fin, pudo contar con su jugador clave, uno que, en soledad, vale más que el resto de sus compañeros. Y aquello lo hizo notar ese 16 de noviembre del 2018, cuando de cabeza les dio el triunfo a los suyos por 1-0, una victoria que hasta les daba esperanzas de disputar la primera división continental, algo extraordinario.
Tras un amistoso ante Cuba que no disputó (y en el cual perdieron 5-0) llegó el momento clave: en el Estadio Cibao se jugarían el todo por el todo ante el local, República Dominicana, otro conjunto que también llegaba con seis unidades y soñaba con la gloria. Ninguno había disputado nunca el torneo continental, por lo que aquella tarde se viviría una final en toda regla. Y la historia no comenzó bien: a los 3´, Emmy Manuel Peña ponía el 1-0 para el dueño de casa tras un golazo desde la derecha en donde no se sabe si quiso centrar o buscar un gol imposible. A ninguno le servía empatar, por lo que Bermudas tenía que reaccionar, y rápido. Tras una rápida contra, Zeiko Lewis anotó el empate, algo que se mantuvo hasta el final del primer tiempo. Y en el segundo se viviría la emoción más grande de las islas, algo que ni el famoso triángulo podría contener. A los 64´ Nahki finalizó otra contra de esas que son imposibles de contener en el PES para darle el 1-2 a los suyos. Y once minutos más tarde llegaría el éxtasis, con un bombazo de Jonte Smith para el 1-3 final.
Increíble pero real, Bermudas había comenzado cayendo ante una de las peores selecciones continentales, pero terminó venciendo a dos de las más potentes de aquellas clasificatorias para meterse en la Liga A y en la Copa Oro gracias a su quinto puesto final.
Disfrutar los logros
Wells apenas pudo disputar nueve partidos en la máxima categoría del fútbol inglés, donde no tuvo la posibilidad de estrenarse en la red. Sin embargo, sí que siguió siendo relevante en la segunda división, donde completó dos campañas con el QPR, anotando 24 dianas en 72 cotejos. Tras aquello se iría a su actual club, el Bristol City, donde terminó 12° en la temporada pasada. De momento, en el inicio de la 2020-2021 (que esperamos no sea tan accidentada como la anterior por el coronavirus) el bermudense fue titular en el triunfo de los suyos ante el Coventry por 2-1, aunque no jugó en la victoria ante el Northampton por 4-0 por la Copa de la Liga. En verdad, no hizo falta que pisara el terreno de juego: ya llegarán duelos más importantes.
Pero antes de la crisis sanitaria global Wells y los suyos tuvieron la posibilidad de disputar sus primeros dos certámenes al más alto nivel. El 16 de junio del 2019, en el Estadio Nacional de Costa Rica en San José, la Bermudas de Dante Leverock, Reggie Lambe, Zeiko Lewis, Justin Donawa y el propio Nahki se enfrentó a Haití, uno de los histórico de la CONCACAF y mundialista en 1974. Los isleños mostraron un buen nivel y un juego que parecía cumplir el objetivo de distinguirlos de lo que típicamente muestran los conjuntos caribeños, esto es, el viejo juego inglés de “kick and run”, para buscar tener un poco más el balón y hacerlo circular de manera rápida y efectiva. Pero esto no fue suficiente para rescatar siquiera un empate: los haitianos lograrían remontar el gol inicial de Leverock gracias a un doblete de Frantzdy Pierrot. En la segunda fecha les tocó el imposible: la Costa Rica de Cristian Gamboa, Óscar Duarte, Bryan Oviedo, Celso Borges y un largo etcétera. Parecía que la goleada sería lo que definiría a este encuentro, y en parte así lo creyeron los ticos cuando Mayron George y Elías Aguilar pusieron el 2-0. Sin embargo, no podía no aparecer él en el gran evento. Borges le hizo penal a Oliver Harvey y Nahki, con un bombazo casi al centro, puso su cuota goleadora en la Copa Oro. Fue derrota por 2-1, pero a pocos les importó.
El 24 de junio cerraban su participación ante Nicaragua, en un duelo de eliminados. Sin embargo, lo que estaba en juego era el honor de dos naciones. Bermudas tuvo el dominio sobre el equipo de Juan Barrera. Sin embargo, los palos y Henry Maradiaga evitaban la caída de la valla. Esta se terminaría por romper a los 60 minutos, gracias a un gol de Lejuan Simmons. Éste mismo, tras una jugada que incluyó una finta con bicicleta, le envió un centro como con un guante al propio delantero del QPR, que puso el 2-0 final. Era, ahora sí, el triunfo más grande de la historia de los isleños. Y el propio Nahki pudo decir que había puesto su granito de arena a la gesta.
Tras esto llegó el debut en la Liga A de la Liga de las Naciones de la CONCACAF. Tras un 1-4 ante Panamá llegó otra victoria para el recuerdo: un 0-2 en el Estadio Rommel Fernández con un doblete de Wells. Tras esto, otra goleada en casa (1-5 ante la México del Tata Martino, que en todo momento dijo que debían tener cuidado con los caribeños), aunque Wells anotó otra diana más. En Toluca la historia sería diferente. Los aztecas ganarían, sí, pero solo 2-1 (con Antuna anotando a los 93). El conjunto comandado por Lightbourne descendió, pero dejó en claro que ya no se amedrentaba ante rivales superiores. En los próximos años veremos si esta pequeña revolución se sostendrá pero, por lo pronto, nadie podrá olvidar el esfuerzo de un delantero que decidió dejar las comodidades de Inglaterra para llenar el pasaporte de sellos y sueños. Muchos se fueron cumpliendo. Eso vale más que todas las horas de vuelo realizadas.
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