Para entender lo que está haciendo el Red Bull Leipzig uno debe mirar a uno de los centrocampistas del momento: Naby Keïta. El guineano se ha convertido en indiscutible en el club de la bebida energética en tan solo cuatro meses. Keïta llegó del hermano pequeño del club –el Red Bull Salzburgo– como una promesa y se está convirtiendo en realidad tras, tan solo, catorce apariciones en Bundesliga.
Su origen africano hacía pensar que el de Conakry sería el típico pivote trabajador de la estirpe de Makélélé. Sin embargo, el guineano es uno de los jugadores de más clase y por el que, para ganar partidos, debe pasar el cuero por sus pies. Asimismo, se coloca siempre en el centro del campo –en el clásico 4-4-2 del Leipzig- ayudando siempre a su compañero de la medular. Keïta, como cada vez vemos más en el fútbol actual, se encarga de caer a banda en la salida del balón de su escuadra intentando formar triángulos para superar las presiones rivales. Ahí, es clave conectar con Forsberg o con uno de los puntas.
Por otro lado, su trabajo y su calidad a la hora de jugar no son sus únicas ventajas. Keïta posee una de las habilidades más importantes en un centrocampista moderno: el gol. El africano ha marcado cuatro goles en sus catorce encuentros con el club del este de Alemania. Posiblemente, estos números no sean los más espectaculares pero es importante entender el contexto.
Keïta tiene 21 años y acaba de llegar a una de las ligas más importantes del panorama europeo y ya es una tremenda realidad. Su disparo de fuera del área, además, da que pensar que dejará más de un gol de bella factura, como aquel que hizo frente al Friburgo. El próximo día que te pregunten el por qué del éxito del Leipzig contesta con un simple: Keïta. Dentro de unos lustros seguiremos hablando de él.