A veces los técnicos se enrocan en un idea sin dar espacio a la espontaneidad. A veces, la libertad y el éxito están unidos, pero para ello es menester tener la mente abierta y dispuesta a valorar diferentes opciones. Eduardo Berizzo se encuentra en esta situación. Si es valiente como para dar rienda suelta a la espontaneidad, aún no lo sabemos.
Lo que no podemos reprochar al ‘Toto’ es la fidelidad a sus palabras. Aterrizó asegurando que con dos delanteros en la plantilla, le bastaba. Aclaró que en su cabeza no existe la figura del killer, creyendo más en la aportación de los futbolistas de segunda línea gracias al trabajo del hombre más adelantado a la hora de crear espacios para que sean aprovechados por sus compañeros. Así funcionó en Vigo. Nolito o Fabián Orellana tenían un protagonismo fundamental en el ataque del Celta. Iago Aspas era algo más que un nueve. Pero en Sevilla, el problema reside en la productividad de dicha segunda línea. El futbolista de Sanlúcar de Barrameda y Jesús Navas siguen sin estar en forma -algo preocupante-, Correa no aprovecha las ocasiones de gol que él mismo genera, Banega o Franco Vázquez no destacan precisamente por su gol. Y sobre el terreno de juego, un solo delantero. Muriel o Ben Yedder, pero nunca juntos.
Los dos futbolistas destinados a ser los que más goles regalen al Sevilla Fútbol Club, nunca juegan juntos. El equipo hispalense lleva menos goles que clubes que están por detrás de él en la clasificación. Menos goles que Getafe, Girona, Levante, Depor, Celta o Betis, por ejemplo. Y sus dos delanteros nunca coinciden en el césped.
Defiendo la compatibilidad de Muriel y Ben Yedder sobre el terreno de juego. El primero ha demostrado ser un futbolista con muchos recursos, con y sin balón. Sus desmarques, la conducción en las transiciones ofensivas, su verticalidad con espacios y su potencia, le convierten en un jugador que puede actuar desde una posición escorada, como ha hecho en ocasiones en la Serie A y con su selección. Es algo más que gol. Ben Yedder destaca más por su oportunismo y su remate cuando está cerca de la portería rival. Es un jugador de área. Fuera de ella pasa desapercibido.
Berizzo solo ha jugado con ambos en Liga ante el Athletic. En San Mamés, durante 13 minutos y con el marcador en contra. Imposible sacar conclusiones. Inexplicable teniendo en cuenta que el Sevilla ha necesitado del gol en varios encuentros a lo largo de la temporada. Pero el cambio siempre fue el mismo. Muriel por Ben Yedder. Ben Yedder por Muriel. O en su defecto, el que salía como titular, terminaba el partido como titular. Y el que empezaba en el banquillo, lo acabaría en el banquillo. Cero espontaneidad.
Pero más allá de la compatibilidad que pueda existir o del momento en el que el entrenador argentino pueda utilizar el recurso de jugar con ambos, la situación pasa a ser desesperante para los propios futbolistas. Se sienten suplentes, ninguno de ellos sabe si es el delantero titular del Sevilla Fútbol Club. Y lo que es peor, cuando forman parte del once, tienen una responsabilidad que acaba siendo contraproducente. Saben que: o juega uno o juega otro. Saben que lo hagan mal o bien, van a jugar lo mismo. Uno un partido, y otro otro.
A Berizzo le falta liberarse. Ser más natural. Cambiar de ideas. Buscar soluciones durante un partido. Sorprender al contrario con recursos tácticos. A Berizzo le falta por darse cuenta de que Muriel y Ben Yedder pueden jugar juntos.
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