Venezuela es un país que ama el fútbol, pero las limitaciones que le rodean siempre han jugado en su contra. Tensión política, falta de recursos, inversiones que nunca llegan… Es la única selección sudamericana que no clasificó jamás a una fase final de la Copa Mundial de la FIFA. También es el peor combinado de la historia de la centenaria Copa América, siendo su mayor logro el cuarto puesto alcanzado en 2011. La grave crisis que afecta al país salpica a su liga, donde suelen verse campos vacíos y el sueldo medio de un futbolista ronda entre los siete y 50 dólares al mes.
Es por ello que suena a utopía la posibilidad de que el fútbol femenino crezca en Venezuela de una forma inversamente proporcional al declive masculino. Más si cabe, en un lugar donde ser mujer no es precisamente sencillo. La crisis ha agravado los problemas con la violencia de género y el riesgo de explotación sexual, según recogen informes de la ONU. Pese a todo, el talento se abre paso y ya nadie puede parar la revolución del futfem en la Vinotinto.
El impulso principal tuvo que ver con Kenneth Zseremeta. El técnico panameño convirtió a la selección venezolana en una de las principales potencias de Sudamérica con espectaculares logros en categorías inferiores. Al servicio de Venezuela durante casi una década, clasificó a tres Mundiales sub-17, logrando dos históricos cuartos puestos en Costa Rica (2014) y Jordania (2016). Además, logró dos títulos consecutivos en el Campeonato sudamericano sub-17 en 2013 y 2016.
La líder de aquella generación ha sido además la que ha permitido disparar la atención de medios, patrocinadores y público en general. Deyna Castellanos, recientemente fichada por el Atlético de Madrid, es desde hace años una figura mediática en Venezuela, imagen de la marca de gaseosas más importante del país (Matlín Polar), seguida por otros 30 patrocinadores y protagonista de un documental sobre las hazañas conseguidas por la Vinotinto. Además de ser considerada una de las grandes promesas del fútbol mundial (todavía tiene 20 años y no ha debutado en la élite), la FIFA procuró su presencia en recientes galas con la nominación al The Best (fue tercera) o al premio Puskas.
No es la única que ha aprovechado el boom. La Copa Libertadores, los torneos sudamericanos y los mencionados mundiales han permitido el aumento de cotización de futbolistas venezolanas, así como su impacto en ligas emergentes como la española, su principal destino por la fácil adaptación y el idioma. El mayor reflejo de su gran rendimiento está en la tabla de máximas goleadoras, donde figuran la rayista Oriana Altuve y la deportivista Gaby.
Que la FIFA se ha implicado en el desarrollo del fútbol femenino venezolano es un hecho. En octubre inauguró junto a la Federación un Centro Nacional de Alto Rendimiento en San Felipe, el primero exclusivamente de futfem en toda Sudamérica. «Hemos desarrollado jugadoras y es evidente que el fútbol femenino crece en el ámbito sudamericano y mundial. El CNAR permitirá que nuestras selecciones estén mejor preparadas para las próximas competiciones y sin duda alguna contribuirá al desarrollo del fútbol femenino en el país”, aseguró el presidente de la FVF, Laureano González.
Mucho por hacer
No todo son alegrías, por supuesto. Kenneth Zseremeta fue destituido de su cargo en 2017 poco después de denunciar un alto grado de desnutrición en las futbolistas de la selección, logrando, pese a todo, una medalla de bronce en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, Colombia. Mientras, y pese a los esfuerzos de los dos últimos años, la Superliga femenina sigue sin conseguir un grado óptimo de profesionalidad, lejos de países como Colombia, donde han llenado estadios y se disfruta de partidos televisados.
Su futuro, como bien asegura Pablo Alejandro Rondón (periodista venezolano experto en fútbol femenino), tiene que ver con la inversión que realicen los clubes masculinos. “Dependen totalmente de ellos. El único que se dedica exclusivamente al futfem es el campeón de 2018, el Flor de Patria, que está realizando pretemporada”, asegura.
“Lo que nos queda es trabajar en las canteras. Hay equipos que ya están desarrollando una nueva generación de buenas futbolistas como el Caracas Fútbol Club, Deportivo Petare o Estudiantes de Caracas”, menciona Pablo. El objetivo prioritario pasa por disputar un Mundial absoluto, a ser posible el próximo (2023), donde Colombia o Brasil son candidatas a sede. Ahí espera estar Deyna, la jugadora que ha conseguido llevar el futfem venezolano a otra dimensión. Guillermo Zamarripa, manager de la joven futbolista, dio en el clavo con estas palabras en El Economista: “Su fichaje por el Atlético ayuda a que la juventud y las nuevas generaciones se den cuenta en Venezuela y en América Latina en general que sí se puede, que una mujer como ellas, que viene de Venezuela, que ha pasado por muchas dificultades que las jóvenes hoy en día tienen que pasar para ser futbolistas, que alguien lo logró y que ellas también lo pueden lograr”.
Foto: @AtletiFemenino
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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