Santy MENOR – Miguel Ángel Moyà siempre fue un portero con unas condiciones tremendas. Internacional en las categorías inferiores de la selección española, debutó en Primera División con veintidós años, después de acumular 58 partidos de experiencia en Segunda B, en las filas del filial del Mallorca.
El guardameta de Binisalem se hizo un hueco en el primer equipo mallorquín en una temporada muy convulsa, la 2004-2005. Benito Floro fue destituido en la jornada 8 y, después de que Bartomeu Llompar dirigiese al equipo tan solo una jornada, regresaría a la isla el argentino Héctor Cúper, que tras darle unos partidos a Westerveld, acabó por confiar en el canterano.
En el equipo de su ciudad se mantendría hasta 2009, con temporadas mejores y peores pero siempre demostrando muy buenas condiciones. Compensaba los fallos puntuales con partidos memorables y esto le sirvió para, en 2010, fichar por un grande de la Liga española: el Valencia. Al conjunto ché iba a llegar con la vitola de titular, en medio del segundo proyecto de Unai Emery. Pero sus dudas en la portería iban a provocar que el veterano César Sánchez se acabase por ganar la confianza del técnico vasco.
Moyà, que había firmado por cuatro temporadas y por el que el Valencia había desembolsado 5 millones de euros, no se quiso rendir y probó fortuna otra temporada más. Emery, principal artífice de su fichaje, terminó por dejar de contar con él y se decantó por Guaita y César, guardametas que gozaban del cariño del público y estaban rindiendo a un nivel superior.
Ante este panorama, club y jugador acordaron que lo mejor era buscar una salida y el destino del meta mallorquín fue el Getafe, un equipo con menores aspiraciones deportivas pero en el que se aseguraba volver a tener minutos. Y fue en la capital de España donde Miguel Ángel Moyà iba a recuperar su mejor nivel. Los fallos puntuales no desaparecieron, a veces bastante notorios, pero siempre se le recordarán grandes partidos frente a los equipos más potentes del campeonato, sobre todo en el Bernabéu.
Moyà convenció en Getafe y el club presidido por Ángel Torres acabó haciendo efectiva una opción de compra de 2,2 millones de euros, firmándole al cancerbero un contrato por cuatro temporadas. El mallorquín cumplió dos y este verano, en principio para sustituir a Aranzubia, el Atlético apostó por él. Era su regreso a un grande y Moyà, con 30 años, no quiso dejar escapar la oportunidad. El Getafe recibió 3 millones de euros y el meta de Binisalem firmó un contrato hasta 2017.
Para completar la portería, el conjunto colchonero apostó por Oblak, una vez conocido el regreso de Courtois al Chelsea. Ser el mejor portero de la Liga portuguesa con 21 años, y un contrato por 6 temporadas después de abonarle al Benfica 16 millones de euros, hacían presagiar que el esloveno iba a ser titular indiscutible, pero nada más lejos de la realidad. Una complicada lesión en la espalda del joven guardameta propició que Moyà tuviese minutos desde el principio de la pretemporada y el balear, esta vez sí, ha cogido el tren.
Ni la recuperación del esloveno ha servido para que Simeone cambiase su guión de ruta. Moyà ha añadido a sus conocidas virtudes una seguridad pasmosa, que es lo principal en un portero, y tanto el equipo como el Vicente Calderón están con él. Porque, aunque parezca mentira, en el fútbol no todo es el dinero, el mallorquín ha vuelto a demostrar que el esfuerzo y el trabajo dan sus frutos. Ahora, le toca disfrutar.
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