Adama es como un lunes. Aunque el fin de semana lo está advirtiendo, nunca se está preparado para verle llegar. Retumba en los oídos como la desafortunada melodía de la alarma del smartphone, reiteradamente insistente, que importuna mientras te halla totalmente desaliñado. Te cae encima como ese chaparrón inesperado sin paraguas que deja el olor de la tierra mojada. Es el dolor de muelas que te abalanza al botiquín desesperadamente. Esa torre del tablero que te pone en jaque llegando a la línea de fondo. Es peor que ese alcohol de garrafón que persigue hasta el primer día de la semana a los que pasaron la treintena, porque pasadas esas necesitas más horas y vidas extra para superar las monumentales resacas de antaño. Y sobre todo, el delantero del Barça es como el toro de Wall Street. Reluce, mira de frente con esa seguridad impepinable y aunque le aguanten al máximo para frenarlo decorosamente, termina siendo un gesto en vano.
Las teclas de Xavi Hernández -notas de papel incluidas para cambiar el dibujo- y la presencia de las figuras del mercado de invierno se están haciendo notar. A pesar de la presencia de aquellas inevitables correcciones que arrastra el conjunto culé, es evidente la presencia de conceptos tácticos que han mejorado su versión. Entre las nuevas piezas, la llegada de Adama está teniendo una gran repercusión en el escenario. El hecho de que Ferran Torres sea polivalente para jugar más de 9 o en banda izquierda, acomoda a Adama en el costado que resulta más efectivo. Un perfil diferencial y desafiante, con el desborde como una carta de presentación sempiterna.
Las apariencias engañan. Nos empeñamos en crear un juicio insustancial. Nadie, en su día, habría dicho que, tras su apariencia, Sergio Busquets sería uno de los mejores centrocampistas. Tampoco que Adama Traoré era algo más que potencia, tras un imponente físico que intenta mentirnos con una vivaracha sonrisa. No es real aquello de que Adama sin espacios poco puede hacer, como tampoco lo es que carezca de habilidad. Aunque su potencia sea el factor predominante, su desequilibrio también se hace presente con pocos espacios. Todo ello, se anexa a un jugador con una gran capacidad en los duelos individuales, con regate y que tiende a irse por fuera, al que es muy difícil parar.
El Barça, ante su conocida irregularidad, se abraza al momento presente de Adama. Quien ha llegado con las piernas desayunadas y con el hambre de comer, merendar, cenar y hacer el resopón. Se aferra al argumento de su verticalidad y a la precisión de sus centros, que caen como meteoritos y ya han ocasionado dos testarazos en ambas de sus actuaciones. Mario Hermoso y Adrià Pedrosa ya saben cómo se las gasta, también Gavi y Luuk de Jong. Está resultando esa carta fantástica que escondía la institución blaugrana. Un generador de peligro. Un efectivo que si no se entiende mucho con la combinación, puede tomar la directa y ser capaz de crear un socavón o provocar un alud en esos encuentros que se atragantan, con el rival que la espera o pretende cerrar bien.
La forma de la pupila le permite al toro tener un campo visual muy amplio. Siempre está dispuesto a embestir. Animal adorado en distintas culturas, símbolo de una fuerza creadora. El inicio de la semana puede ser un Lunes negro para las piernas que le sufren, mientras miles de turistas rodean al toro de Wall Street para tomarse una foto que nunca termina por ser una instantánea perfecta, debido a la aglomeración. Una obra que forma parte de Nueva York desde 1989 y que colocó su autor, Di Modica, sin permiso. Como decía el bueno de Eminem en algo que hoy suena tanto de nuevo, “You only get one shot, do not miss your chance to blow”. Adama Traoré, sin dudarlo dos veces ni esperar ningún beneplácito, está saboreando su oportunidad.
Imagen de cabecera: FC Barcelona