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Miriam Casillas, la ‘tapada’ en Tokio

Es difícil ver una competición de triatlón y que ningún español esté en el podio. El equipo masculino se ha convertido en una potencia mundial, hasta el punto de que, desde 2007, siempre hay un representante de nuestro país entre los tres mejores del Campeonato mundial. El gallego Iván Raña abrió el camino logrando el título en 2002, dejando con la miel en los labios a estadounidenses, británicos y australianos, grandes dominadores desde su creación en 1989.

Gómez Noya subió varios peldaños más. Se proclamó campeón del mundo en cinco ocasiones, antes de aparcar el triatlón y aventurarse en el Ironman. Eso lo aprovechó Mario Mola, que tras dos segundos puestos se alzó con el oro durante tres años consecutivos. El pasado 2019, en la vuelta de Noya con el objetivo de preparar Tokio 2020, ambos subieron al podio final cediendo el trono al francés Vincent Luis. No hay que olvidarse de Fernando Alarza, tercero en 2016 y subcampeón europeo en 2018

Como tampoco hay que olvidarse de nuestra gran protagonista, todavía a la sombra de los que logran metales pero con logros casi igual de meritorios. Para competir en los Juegos Olímpicos de Río, por ejemplo, tuvo que compaginar la preparación y competiciones con los estudios en la carrera de Medicina. Con todo, logró ser la única española en acabar la prueba en Brasil.

Miriam Casillas (1992, Badajoz), tendrá menos preocupaciones en Tokio, destino para el que ya ha conseguido plaza olímpica. Lo sabe desde octubre del año pasado, cuando se aseguró acabar la temporada entre las 30 mejores. El segundo puesto logrado en Weihai, el cuarto podio de la pacense, fue la consagración de una deportista descomunal, la líder de un equipo femenino español que cada vez da más alegrías. En el Mundial de larga distancia celebrado en Pontevedra, Judith Corachán y Anna Noguera fueron segunda y tercera respectivamente. Anna Godoy, por su parte, aspira a ocupar la segunda plaza de la delegación española en el próximo mes de mayo, tras lograr grandes resultados como el quinto puesto en la Copa del mundo celebrada en Madrid.

Pero los focos son para una Casillas más madura y mejor preparada para sus segundos Juegos Olímpicos. Con la carrera de Medicina en el bolsillo desde 2017, se ha centrado plenamente en el triatlón, y sueña con mejorar el 43º puesto logrado en Río con, quizá, un diploma o incluso una medalla (su objetivo mínimo pasa por estar en el top-15).  Considerado un deporte minoritario en nuestro país, lo era más todavía a principios de siglo, cuando Miriam, con ocho años, practicaba todo tipo de actividades: ciclismo de montaña, correr, ballet… Curiosamente, empezó a nadar cuatro años después por recomendación de un médico porque tanto ella como su hermano padecían una leve escoliosis (curvatura lateral de la columna vertebral, habitual en los niños en pleno crecimiento). Sin embargo, para Miriam la prioridad era el deporte al aire libre: “Estar encerrada en una piscina no era mi idea de deporte”, asegura en una entrevista en La Razón. Así que su padre encontró la solución en un club de triatlón de Badajoz. Nadaría, pero también correría y montaría en bici.

Pronto dio muestras de su potencial, logrando la plata en el Mundial sub-23 y proclamándose campeona de España tanto en duatlón como en triatlón. En 2015 recibió una beca Podium para jóvenes deportistas y se llevó el reconocimiento de mejor deportista promesa en los I Premios Mujer Deporte y Empresa. Tras el sueño de Río y los estudios de medicina solventados, decidió salir de la residencia Blume para crecer y aumentar su grado de exigencia. En su cabeza solo está Tokio, y para ello ha limitado sus competiciones y las ha adecuado a la alta temperatura que sufrirá durante la prueba. 1,5 kilómetros en el agua, 40 en bicicleta y 10 corriendo, con más de 30 grados y un 90% de humedad, algo que afectará a las competidoras sobre todo bajo el agua. Casillas llega como ‘tapada’ y dispuesta a dar la sorpresa, dejando, como Noya, Mola o Alarza, el pabellón bien alto.

Foto de portada: COE

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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