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Mireia, la del espíritu inquebrantable

El pasado fin de semana se escapó la última oportunidad de Mireia Belmonte de estar en sus quintos Juegos Olímpicos. La de Badalona se presentó a los trials de Palma de Mallorca en busca de una hazaña. No en vano, en dos de las tres pruebas a las que optaba se quedó a más de diez segundos de la marca mínima, y a cinco en la restante, la de 200 estilos. «La esperanza es lo último que se pierde. Ese es mi lema de este año», decía en una entrevista en el programa ‘Rumbo a París’, de Eurosport, donde ha desvelado algunos de los problemas que ha venido arrastrando en un durísimo ciclo olímpico.

Ya el camino hacia Tokio 2020 fue una quimera. Una lesión en el hombro izquierdo lastró su último año y le frenó en sus aspiraciones de aumentar su espectacular palmarés olímpico, pero llegó a rozar un bronce en 400 estilos: se quedó a 23 centésimas. «Yo siempre tengo muchísima fe en mí, soy la última en rendirme. A lo mejor mucha gente no confiaba en mí, pero yo siempre defendía que hasta que no llegara allí e hiciera todo lo que pudiera, no me iba a quedar tranquila. Y ahora igual. Porque, cuando algún día deje este deporte, me gustaría quedarme con que lo intenté hasta el final».

Lo cierto es que la clasificación para París 2024 se antojaba un imposible. Porque la nueva lesión, esta vez en el hombro derecho, ha necesitado de una recuperación mucho más larga y costosa. Tras Tokio, Mireia hizo un parón de seis meses para desconectar. Empezó a entrenar en enero de 2022, disputó el Europeo de Roma, su última gran competición (no logró pisar ninguna final) y entonces llegaron los problemas. Mireia no pudo competir durante 14 meses, entre octubre de 2022 y finales de noviembre de 2023. No podía siquiera mover los brazos en la piscina. «Lo podía enfocar de dos formas: la primera, ‘esto no vale para nada, qué hago aquí, no voy a conseguir nada, no me voy a recuperar’ y la segunda, que es por la que opté, enfocarlo como si me tocara otro entreno más de pies. Por ello decidí tomármelo con más optimismo antes que lamentarme».

Han sido los peores momentos de la carrera de la mejor nadadora española de todos los tiempos, que cambió el club de su vida, el UCAM, por el mítico CN Barcelona. Allí ha entrenado cada día, con fuertes dolores (algunas veces, llegando a nueve en una escala de 1 a 10), poniendo buena cara cuando le preguntaban una y mil veces cómo estaba, y con la tristeza de ver a sus compañeros compitiendo entre ellos y ella solo mover las piernas. En la agencia EFE citan a especialistas que entienden que la lesión de Mireia, que le afecta en el tendón de la porción larga del bíceps, la que le da estabilidad en la cara anterior del hombro, habría necesitado una intervención quirúrgica que le habría hecho decir adiós sí o sí a París 2024. Algo que la de Badalona jamás iba a contemplar.

«Ahora es cuando estoy en un buen momento, estoy remontando, cogiendo el ritmo de los entrenos. Me estoy sintiendo más yo». Desgraciadamente, no le ha dado tiempo a llegar a tono a ese Campeonato de España en Mallorca, donde sí logró superarse en lo que llevamos de año, pero no le valió para alcanzar las estrictas mínimas hacia París. A sus 33 años, con el quirófano como opción y la duda de una posible retirada, queda la incógnita real: ¿habrá operación Los Ángeles 2028? Con ese espíritu inquebrantable, todo es posible.

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