21 de febrero de 2017. Rubén Baraja dejaba de ser entrenador del Rayo Vallecano, dejando al equipo un punto por encima de los puestos de descenso, aunque con sensaciones preocupantes, habiendo logrado sólamente una victoria en los últimos ocho encuentros disputados. Su lugar lo ocupaba Míchel, histórico jugador del club y hasta entonces encargado de dirigir al Juvenil del club vallecano. Una apuesta arriesgada, dado su escaso recorrido en los banquillos. Una decisión acertada, a tenor de lo acontecido en los últimos dos meses de competición.
Desde el principio, el entrenador madrileño tuvo clara la fórmula para revitalizar a su equipo, un método basado en su modo de entender el fútbol, un estilo combinativo en el que su equipo debería controlar los partidos desde el gobierno de la pelota. Las primeras semanas de Míchel en el banquillo del primer equipo no fueron sencillas ni prometedoras: dos derrotas y un empate fue el bagaje cosechado en el estreno. Cádiz y Getafe, equipos de la zona alta, derrotaron al Rayo Vallecano y ante el Reus no se pasó del empate sin goles.
Sin embargo, también ese período contribuyó enormemente a que el equipo conociera en profundidad el patrón marcado por su entrenador. Y desde entonces, desde aquella derrota en Carranza el 12 de marzo por 1-0, el equipo de la franja roja no conoce la derrota.
Mes y medio de competición invicto. Es la trayectoria del Rayo en Liga en los últimos seis encuentros, en los que ha sumado cuatro victorias y ha cedido únicamente dos empates, anotando nueve goles por tan sólo dos encajados. Líder en la clasificación de Abril, tras la disputa de cuatro encuentros en los que suma 10 puntos, más que cualquier otro equipo de la categoría. Siete goles a favor, sólo superados por un Sevilla Atlético que alcanza los diez tantos, seis de ellos en un único partido, y sólo dos encajados, cifra que únicamente logra rebajar el Getafe en el mes que está a punto de concluir.
Todo ello ha llevado al Rayo Vallecano a colocarse en 13ª posición, con 43 puntos, cuatro sobre la zona de descenso. Un rendimiento excelente, producido por una plantilla confeccionada para ello, pero a la que sus predecesores en el cargo no pudieron o supieron exprimir para obtener los resultados que sí ha generado Míchel.
El objetivo inicial del ascenso del club vallecano se esfumó hace tiempo, abocados los de Vallecas a luchar por la salvación, una meta que jamás imaginó originalmente. Por contra, Míchel ha mostrado al equipo el camino para que ascender vuelva a ser el destino vallecano, con una temporada de retardo. Míchel ha recobrado la ilusión vallecana y ha emergido como un Rayo de luz en Vallecas. Los datos lo demuestran, el juego lo certifica. El futuro debe confirmar si la luz del Rayo está preparada para volver a brillar en Primera.
Foto principal: La Liga