Hace casi 1 año, exactamente en el parón de noviembre de la temporada pasada, escribí un artículo para este mismo medio en el que expresaba abiertamente, sin miedo y sin tapujos, el amor-odio que sentía por los parones. Una relación de esas que ni sí ni no, ni contigo ni sin ti.
Un año después, no es que haya cambiado de opinión, ni mucho menos, no voy a saltar del barco, pero sí que es verdad que esta ventana de selecciones que estamos a punto de cerrar me ha hecho plantearme como pueden cambiar las cosas, o peor, las opiniones antes y después de un parón. De ahí nacen dos tipos de opiniones que he querido dividir en: las opiniones de previa y las opiniones post -no me he roto mucho la cabeza- y, por ende, nacen dos tipos de opinadores.
La principal diferencia que existen entre ambos es que, para ser opinador de previa, basta con ser adivino. Al fin y al cabo, no puedes saber a ciencia cierta lo que va a pasar, lo puedes intuir, puedes crear una idea preconcebida de lo que tú, a nivel personal, crees que va a pasar. Pero luego viene el fútbol y hace lo que le da la gana, como siempre. En la previa te puedes basar en estadísticas y números de hemeroteca, en lo que pasó ayer, o el mes pasado, o la temporada pasada. Lo que ya ha pasado, eso sí lo sabes. Lo que va a pasar, no. Las opiniones de previa se basan en lo que uno haría, y ahí es muy fácil hablar. No hay nada que te rebata lo que tú crees porque todavía no ha pasado. Siempre me han parecido que este tipo de opiniones son las más sencillas.
Por el contrario, están las opiniones post. Son las que te pueden dejar retratado o las que te dan argumentos para refrendar lo que ya pensabas anteriormente. Recadito o medalla. Ahí ya no sirve el ser pitoniso. Pasar del pre al post es muy fácil. Es como ponerse un jersey cuando es otoño, hace frío por la mañana así que sales de casa y lo llevas puesto, pero empieza a salir el sol a media mañana y al mediodía te estás asando y te lo quitas. Así de simple, has cambiado de opinión y aquí no ha pasado nada.
El antes y el después de este parón me deja una conclusión clara. Luis Enrique nunca le va a caer bien a todo el mundo (ni él ni nadie, eso es imposible), pero la sensación es que aquella lista que levantó tanta polémica y que sacó a la palestra el seleccionador que todos llevamos dentro, ha callado algunas bocas. El antes se podría resumir perfectamente en el día en el que Luis Enrique dio la lista de convocados para la final a 4 de la Liga de Naciones. Twitter y las tertulias ardían. Gavi, Yeremi Pino, después Sergi Roberto… había dudas. El post ya es otra cosa. No digo que esos opinadores se hayan bajado del barco por un par de partidos, ni mucho menos, la mayoría siguen anclado al mástil de su propia embarcación. Pero algo ha cambiado, y quizás no se note ahora, pero sí se notará en la próxima convocatoria de “Lucho” dentro de un mes.
Y en esto, como en todo. Cambiar de opinión es bueno, es más, es sano, pero confundir las opiniones con las certezas absoluta es el verdadero problema. Ahí es donde está el error.
Mi relación con los parones sigue siendo la misma, de ahí no me muevo, me gustan pero no. Aunque lo que sí es cierto es que hacía tiempo que no me enganchaba tanto a un partido de selecciones como en esta Nations League. Un título lo cambia todo, claro. Pero en mi barco sois todos bienvenidos y bienvenidas.
Imagen de cabecera: Selección Española de Fútbol