Raphael Dias Belloli no sonaba mal. Es imposible hacerlo con ese nombre y apellidos. Sencillamente se desgastaba rasgueando sus cuerdas una y otra vez sin detenerse a afinarlas. Conocía el juicio y rechazo de aquellos oídos que escuchaban sus acordes como molestos y chirriantes, pero Raphinha también sabía que podría encontrar su mejor melodía para convencer a los más agnósticos.
La llegada de Flick ha sido el bálsamo para sus heridas. Con el técnico alemán, el brasileño ha vivido el proceso de la metamorfosis y ha salido disparado como un cohete. «Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de una noche poblada de sueños intranquilos, se encontró en su cama transformado en un monstruoso insecto», escribió Franz Kafka para iniciar una de sus obras maestras.
El delantero vio la oportunidad y no la desaprovechó. Desplegó sus alas y ya no dejó de volar. Sin llegar a mediados de enero, 19 goles y 9 asistencias ya llevan su firma. Para poner algo de contexto, la pasada temporada anotó 10 tantos y sirvió el gol en 13 ocasiones. El extremo de Porto Alegre ha sido decisivo, generoso y ha seguido mostrando aquello que traía de serie: una fuente de energía abundante y un esfuerzo innegociable. Algo que sus creyentes valoraron desde el primer día que se ató los cordones en Can Barça.
La final de la Supercopa se disputó un domingo que asomaba al despreciado lunes, pero para el Barça fue como un sábado noche de discoteca con un festín de goles. Bien facherito. No le dio demasiadas vueltas a un marcador que inició en contra y arrasó al Real Madrid. También lo hizo de nuevo Raphinha, con una asistencia y dos goles que podrían ser como aquellas canciones que tanto esperas y temes perderte en la cola del baño. Al conjunto blanco se le vieron las costuras y siguió dando vueltas por el antro cuando ya era la hora de marcharse a casa. No pudo ni siquiera aprovechar su superioridad numérica ni la voluntad de Kylian Mbappé por parecerse más a sí mismo.
Flick, que ha ganado todas las finales que ha disputado, volvió a ser fiel a la cita con otra victoria. Con él, el Barça ya le ha endosado nueve goles al eterno rival en el presente curso. Tres de ellos llevan el nombre de Raphael Dias Belloli; aquel jugador que supo agarrar la paciencia y llegar puntual a su dedicación todos los días esperando su momento. “Dije que yo estaba seguro de que con una semana de trabajo con el nuevo entrenador, él se iba a enamorar de mí”. Y Flick sintió el flechazo que catapultó al brasileño a lo más alto. No hay nada como sentirse querido.
