Los títulos conseguidos no hacen mejor o peor a un futbolista. Al igual si pienso en una categoría determinada. El fútbol, afirmo, es injusto. Y en mayor medida si empezamos a sumar el valor de un premio y quién debe llevárselo. Pero en la última década solo ha quedado algo claro en relación a estos dos conceptos: Messi y Cristiano, por separado y juntos, merecen un reconocimiento especial por encima del resto.
Las excepciones existen y en el fútbol también se deben aplicar. Quizá por eso no me abstengo de mencionar a Xavi Hernández y Andrés Iniesta, cuando en el año 2010 sí merecieron llevarse el Balón de Oro, juntos y por separado. Hasta ahí, porque nadie se ha atrevido o, mejor dicho, podido romper una hegemonía que, diez años después, un argentino y un portugués, por méritos propios, no se dignan a romper.
En 2017, Cristiano Ronaldo acaba de conseguir su quinto Balón de Oro, algo de por sí ya histórico. Sin embargo, resulta más llamativo porque ha igualado al mejor del mundo, Leo Messi. Del 4-1 al 5-5, lo que viene a explicar que el nivel competitivo del delantero del Real Madrid ha sido majestuoso. Aunque no mayor que el del atacante del Barça, como se viene a decir; solo que el talento intrínseco del argentino obliga a pensar que cada paso lo realiza con menos esfuerzo que los demás.
Tan diferentes y tan iguales, Messi y Cristiano, Cristiano y Messi, han evolucionado en su fútbol particular para seguir levantándonos del sofá. Sus logros nos llevan a mirar al pasado y a compararlos, por error, para saber cómo han llegado hasta aquí, pero el futuro continúa siendo esperanzador para los dos astros, pues con 32 años Cristiano y 30 Messi tan solo se les acerca un futbolista de 25 años llamado Neymar capaz de poner en duda quién será próximo el número uno mundial.
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