Existe un país en un lugar muy lejano, donde los canguros son un emblema, donde el fútbol que nosotros conocemos es un deporte secundario, donde la gente practica una modalidad de “football” que nada tiene que ver con la que conocemos, donde los habitantes juegan a NetBall, Ultimate frisbee, y sobre todo a cricket, este país solo hace frontera con el mar, Australia.
En la última década se ha invertido y se ha hecho un esfuerzo por implantar la cultura del fútbol en este país de Oceanía, han construido unos estadios preciosos, tienen unos campos excelentes para su libre disfrute, y por supuesto tienen un líder en el tema futbolístico, Tim Cahill, que defiende la selección aussie.
Los grandes inversores, los patrocinadores y los ojeadores no son ajenos a esta evolución y fruto de ello grandes marcas como Epson, Samsung, Qantas, Toshiba, Fly Emirates, Konica, Kirin, Toyota, Qatar Petroleum, por citar algunas, apuestan por el desarrollo de acontecimientos futbolísticos en el país. Saben que más pronto que tarde aquel enorme país se contagiara, se contagiaría de fútbol. Quieren estar ahí para cuando el pastel que se cuece al horno esté listo llevarse un pedazo.
En la ciudad más importante de este país, Sídney (la capital es Camberra), nace el futbolista que será protagonista de este artículo, no, no es Tim Cahill.
Mathew Ryan, el cual pasaremos a llamar Mat Ryan, con solo 22 años, nacido en el suburbio de Plumpton, acaba de proclamarse campeón de la Copa Asia, y ha brillado con luz propia por sus grandes intervenciones.
Mat Ryan comenzó su historia en el fútbol cuando empezó a entrenar en 2008 con el Blacktown City, equipo de Sídney del estado de New South Wales, así permaneció y se formó durante dos años para en la temporada 2010-11 firmo su primer contrato profesional. La dirección deportiva del Central Coast Mariners, conjunto que se sitúa también en el estado de New South Wales, y que disputa la A-League (primera división de Australia), habían puesto sus ojos en el joven guardameta y confiaban en el para que se formase y aprendiese a la sombra de Jess Vanstrattan, portero titular del conjunto, pero lo cierto es que poco tiempo después Jess sufrió una grave lesión y en ese preciso momento todos los focos giraron hacia aquel joven inexperto portero, que levantaba 1,84 metros, con expectación y recelo.
Había llegado su hora, la precoz oportunidad con la que había soñado, a la edad de dieciocho años tras un muy breve tiempo formando parte de la elite.
Es comprensible, natural, y de lógica si decimos que los nervios, la inexperiencia, y el tamaño del desafío, en diversas ocasiones le hicieron cometer errores en la portería. Dubitativo y a veces inseguro en su inicio siguió creciendo en la portería durante tres años. Tres años en los cuales se alzó con el galardón al mejor jugador joven durante los dos primeros años y en el tercero se proclamó campeón de la A-League con los Mariners.
Tras este tiempo surgió una oportunidad para el desarrollo de su carrera deportiva, se trataba de dejar de ser un jugador profesional de un deporte minoritario para saltar al continente donde los deportistas que practican este arte del fútbol, son tratados como dioses, donde este exquisito deporte nació; Europa.
La oferta si bien es cierto no procedía de una de las llamadas grandes ligas europeas sí que llegaba de un club histórico del viejo continente con una participación más o menos asidua a competiciones europeas, y además uno de los grandes de la Jupiter Pro League, el Brujas.
La ciudad de Brujas, que cuenta con el campo de fútbol más grande la liga belga con capacidad para 30.000 espectadores, el estadio Jan Breydel, iba a disfrutar del crecimiento de un joven portero que aunque seguía siendo un desconocido, desde el club se había apostado por su juventud, proyección y cualidades.
Su buen juego con el balón en los pies, la seriedad con la que afronta su responsabilidad, la buena comunicación que mantiene siempre con los zagueros, su velocidad de reacción y su colocación bajo los palos no pasaron desapercibidas y fue galardonado con el premio al mejor portero de la Jupiter Pro League en la temporada 2013-14. Este hecho como era de esperar le abrió las puertas de la selección para disputar la fase final de la Copa del Mundo que se celebró en 2014 en Brasil, cita en la que los socceroos (juego de palabras resultado de unir soccer y kangaroo en una palabra) tuvieron en la fase de grupos a Holanda, España y Chile como rivales, partidos en los que el joven guardameta encajo nueve goles en tres partidos, si bien es cierto que no se le puede responsabilizar de los desaciertos de su selección y el notable desequilibrio de calidad en los conjuntos.
El destino hace apenas unos días volvió a dar de beber del dulce sabor de la victoria a Mat Ryan al proclamarse campeón de la Copa Asia con los aussie ante la selección de la Republica de Korea, en la que el protagonista de este texto tuvo una notable actuación durante todo el torneo.
Con solo 22 años la historia de este joven portero acaba de empezar, y tiene todos los ingredientes para marcar una época en su país y tener una participación destacada en el fútbol europeo.
Fruto de ello su nombre empieza a asociarse a conjuntos cuya jerarquía esta fuera de toda duda como por ejemplo el Liverpool F.C.
Alzira – Valencia - Melbourne, 1985. Profesor de profesión, articulista como forma de vida. Fútbol, boxeo, pedagogía, marketing y felicidad. Por donde voy me contagio de fútbol, y contagio a los demás. Doble o nada.
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