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Marc y el legado de los Gasol

Con el paso de los años resulta increíble pensarlo, pero hubo un día en el que Marc era “el hermano de Pau”. Marc fue una rara avis dentro de los jugadores europeos, conoció antes Estados Unidos que la NBA. Mientras su hermano cumplía su sueño en los Grizzlies, él iba al instituto. No fue un camino fácil, de hecho, solo dos años después tomó el camino de vuelta a su país.

Ya en el Barça las cosas tampoco funcionaban como a Marc le gustaría. La sombra de Pau era demasiado alargada y, sin oportunidades a las que agarrarse, pasó uno de sus momentos deportivos más complicados. Fue entonces cuando su suerte cambió de la mano de Pepu Hernández y su convocatoria para el Mundial 2006. Un Mundial en el que mostró su talento y al que le dio continuidad firmando un año histórico en el Akasvayu Girona. Ahora sí que la NBA llamaba a su puerta, eran los Lakers.

Sin embargo, el destino le deparaba una difícil tarea que ya conocía: continuar el legado de su hermano. Inmediatamente después de elegirlo en el puesto número 48, fue traspasado a los Grizzlies en un trade que incluía a Pau. Llegó a Memphis igual que a Barcelona, pero allí la historia cambió: Marc no solo igualó la herencia que había dejado su hermano. La superó.

Más de una década después y tras un periplo triunfante en Toronto, esta semana, en la primera agencia libre de su vida, el mediano de los Gasol ha decidido que ya es hora de completar el círculo con los Lakers. Sin lugar a dudas, allí se encontrará el legado más abrumante, y posiblemente inalcanzable, de todos los que Pau ha dejado.

Por fin, trece años y medio después de ser drafteado, Marc jugará con la camiseta de los angelinos. Ni su Barcelona natal, ni Toronto, una ciudad que le enamoró, pudieron convencerle. Llegará a LA cobrando menos de lo que podría ganar en otros equipos, pero el significado de esa camiseta para su familia y la cercanía de la misma -allí reside su hermano Pau- no se paga con dinero.

Encajar en un equipo que ya ha ganado nunca es tarea sencilla pero el ecosistema laker le viene como anillo al dedo -nunca mejor dicho-. Si hay una posición vacante en los campeones esa es la de center, que estaba relegada a jugadores voluntariosos pero faltos de calidad después de que Anthony Davis anunciase que prefería jugar “de 4”. Marc sube la calidad y no debería sorprenderle a nadie que partiese como titular.

Es cierto, su mejor momento ya ha quedado atrás. En enero cumplirá 36 años y en los últimos playoffs su rendimiento fue inferior al de compañeros de equipo como Serge Ibaka, que curiosamente jugará en el otro equipo de la ciudad. Sin embargo, lo único que necesitan los Lakers de Marc es que aporte ese gran nivel defensivo que muestran las métricas avanzadas y que en ataque abra espacios que LeBron y Davis de seguro aprovecharán.

En el horizonte, el gran objetivo: ganar otro anillo e igualar a Pau. En definitiva, completar lo que lleva persiguiendo toda su vida.

En 2008, cuando Marc todavía no se había ganado su reputación en la NBA y antes de un partido de su hermano, el propio Kobe Bryant se acercó a saludarle y dejó uno de esos momentos premonitorios para la historia: “Aguanta ahí un par de años y luego te vienes con nosotros”. Han sido algo más de dos años, pero Marc por fin es un laker.

Imagen de cabecera: Douglas P. DeFelice/Getty Images

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