DPA | Marc López eligió ser doblista tras ver que su objetivo de triunfar como singlista se truncaba. Pero antes de eso, mucho antes, cuando apenas era un adolescente, consiguió una victoria en un partido amistoso en Barcelona que fue el inicio del camino hacia su oro olímpico.
Aquel día ganó por paliza un set a un futuro número uno del mundo, recordó el flamante campeón olímpico en la hora más feliz de su carrera, ya bien entrada la noche del viernes en Río de Janeiro. Su rival aquel día, cuatro años menor que él, era Rafael Nadal, el campeón de 14 Grand Slam con el que se impuso en la final olímpica de dobles. «Fue 6-0», reconoció el propio Nadal, refunfuñando y sonriente, de risas, quizá también medio abochornado porque su espíritu competitivo se niega a conformarse con una derrota aunque haya sido de niño y entrenando. Su compañero de dobles en Río mostraba su enorme sonrisa.
Marc López era feliz en la noche del viernes. Los últimos raquetazos de los rumanos Florin Mergea y Horia Tecau en la final del dobles olímpico apuntaban todo hacia su lado, como si quisieran evitar la furia de Nadal, y de Marc López fue por eso el golpe decisivo, el que los rivales ya no pudieron devolver bien y que dejó el marcador en el 6-2, 3-6 y 6-4 definitivo.
Luego, siguió la gloria. Se derrumbó Nadal sobre la pista en la noche carioca, boca abajo, después también López. «Diría que soy el hombre más feliz del mundo ahora», comentó el barcelonés de 34 años después sus sensaciones. «Me siento increíble». López, cuya mejor posición en el ranking de singles fue el lugar 106 que ocupó en 2004, es quizás el tenista que luce la sonrisa más grande allá donde va y desde este viernes es también campeón olímpico como doblista. El 2016 está siendo maravilloso para el jugador que ocupa el puesto 21 en el ranking de dobles: en junio ganó su primer Roland Garros al lado de Feliciano López, meses después de ganar en la misma dupla en Doha.
El dobles se ha convertido en su única carta en el tenis ahora. «No pude conseguir el objetivo de ser bueno en individuales y me decanté por el dobles, que me da cosas que en ‘singles’ jamás hubiese conseguido», explicaba a dpa López en 2012, después de ganar el Masters de Londres. «No me arrepiento de la decisión que tomé», decía ya entonces. En su palmarés, en tanto, tiene entre otros títulos también el torneo de Buenos Aires ganado en 2014 junto con Marcel Granollers, así como dos triunfos más en Doha, en 2009 y en 2011, al lado de «uno de sus mejores amigos», Nadal, el tenista de Mallorca con el que le dio el viernes a España su tercer oro olímpico en Río.
Esa amistad comenzó el día de la paliza por 6-0 en Barcelona, según recuerda ahora López. El futuro ganador de 14 Grand Slams tenía 12 o 14 años, quizá, y a alguien se le ocurrió enviar a los dos adolescentes -López es cuatro años mayor- a la pista a jugar un set. «Yo veía que era muy bueno, pero jugamos un set y le gané 6-0», rememoró López entre carcajadas, con su enorme sonrisa desenfundada en la noche de Río. «Lleva toda la vida recordándolo», se rió entonces también Nadal.