Destinado a superar diferentes retos desde que llegó al banquillo del Real Madrid, a Zinedine Zidane se le presenta uno mayúsculo en el horizonte: mantener el hambre de títulos del equipo más exitoso y admirado del momento.
Con su incontestable triunfo 4-1 del sábado ante la Juventus, el conjunto blanco logró un doblete -Liga de Campeones y Liga española- que no obtenía desde 1958, títulos a los que cabe añadir la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Sólo se le escapó la Copa del Rey dentro de una campaña triunfal.
El Real Madrid completó así una temporada de ensueño y lo hizo bajo el mando de un Zidane que puede presumir de tener un historial inalcanzable para un entrenador que apenas lleva 18 meses de trabajo a sus espaldas. Se convirtió en el primer técnico en ganar dos Ligas de Campeones consecutivas.
Quién lo iba a decir en aquel enero de 2016, cuando recibió la llamada de su presidente, Florentino Pérez, para pedirle -casi suplicarle- que se hiciera cargo del equipo en lugar de Rafa Benítez. Eran tiempos en los que la grada del Santiago Bernabéu apuntaba al palco para reclamar a gritos la dimisión del presidente.
Sin experiencia, pero con el respeto que le otorgaba ser una leyenda del fútbol y del madridismo, Zidane pacificó la grada y el ambiente del vestuario, volvió a hacer competitivo al equipo y culminó la temporada con lo impensado: el título de la Champions tras una agónica tanda de penales ante el Atlético.
Se habló de un Zidane más gestor de jugadores que estratega. Sus detractores hablaron de su «flor» para referirse a su fortuna. Y el francés asumió su siguiente reto: dotar de regularidad al equipo y hacer que éste practicara un fútbol estético.
Esa nueva misión también la cumplió. El Real Madrid ganó su primera Liga española desde 2012 y terminó la temporada como un cañón gracias a las rotaciones masivas y la implicación de todo el grupo.
«Yo no sé qué he aportado en el vestuario. Yo formo parte de este equipo, donde la clave es que todos se han sentido importantes. Pero, sobre todo, la clave es que todos los jugadores se llevan de puta madre (muy bien). Luego, cuando ganas, todo es más fácil, es verdad. Y con esta plantilla, pues más todavía», reflexionó tras la goleada ante la Juventus.
Ahora llega su tercer reto, probablemente el más difícil: mantener el hambre, convencer a los jugadores para seguir ganando gracias a la solidaridad, el buen ambiente y la creencia común en una idea. No es sencillo, pues habrá jugadores que exijan más minutos. Y luego está la fortaleza mental, el desgaste que siempre produce el oro de los trofeos.
Por lo pronto, Zidane encontró un aliado en el mismísimo Cristiano Ronaldo, quien dijo tras la final: «El objetivo es ganar la próxima Champions».
El Real Madrid está ante la posibilidad de perpetuar un ciclo tras ganar tres de las últimas 4 ediciones de la Liga de Campeones, algo que refleja su autoridad en el fútbol continental. Pero ese ciclo sólo se alimentará con triunfos, y eso dependerá en buena medida de la mentalidad y voracidad del plantel.
La base ya la tiene: una cuerpo sólido de veteranos -Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo, Luka Modric, Marcelo o Karim Benzema- más un buen número de jóvenes en progresión -Marco Asensio, Raphael Varane o Casemiro- para proponer uno de los planteles más fuertes del mundo, probablemente el mejor. Y con una idea de juego cada vez más consolidada. El resto está en la cabeza y en que Zidane mantenga su extraordinario poder de persuasión.