Otra vez de vuelta en Mánchester, el Atlético de Madrid afrontará esta noche un nuevo compromiso en tierras inglesas, aunque esta vez ante la parte azul de la ciudad, el Manchester City. De no haber sido por el parón de selecciones, incluso los de Simeone podrían haber esbozado la idea de asentar unas semanas allí su campamento en vistas a medirse nuevamente a otro equipo de la ciudad en un país que en los últimos años parece haber cogido demasiada tirria a los rojiblancos por el simple hecho de haberse visto superados por el equipo del argentino.
Primero fue el Liverpool, hace ya un par de temporadas, quien fue sacado de quicio por un Atlético que parecía inferior ante un equipo red que venía de cosechar 103 de los últimos 105 puntos en Premier League y de dos años sin perder en Europa en su feudo, siendo el entonces campeón vigente. Los rojiblancos, en cambio, aparecían en el horizonte con un montón de bajas y estando clasificado fuera del top4 en LaLiga en aquel mes de febrero de 2020. El Atleti ganó los dos partidos y Klopp no se mordió la lengua. “No me gusta su estilo. No lo entiendo. Tiene jugadores para jugar a otra cosa”. El alemán, que había sido un mar de elogios a Simeone en la previa, revertió el discurso cuando quedó fuera. Era la segunda vez que el Atlético asaltaba Anfield en la última década y dejaba KO a los ingleses en competiciones europeas.
También se cargó al Chelsea en un ya lejano 2014 y los londinenses se vengaron el curso pasado, y dejó fuera de una final al Arsenal en 2018 en un partido en los que desde el Emirates tampoco se digirió bien la derrota. La gota que ha colmado el vaso, en cambio ha sucedido esta misma campaña en Old Trafford. Mientras Rio Ferdinand, Roy Keane o Gary Neville, leyendas del United, proclamaban a los cuatro vientos y rogaban a los dueños de su club que ficharan para el banquillo al propio Simeone, la voz popular, el discurso de la prensa y otras tantas voces más o menos autorizadas del fútbol británico han cargado duramente contra el Atlético.
Sin ir más lejos, el Daily Mail y el Mirror, además de otros de menor tirada y reconocimiento, arrancaron con editoriales duros que venían a decir que había que cambiar el reglamento para que lo que hacía el Atlético no se volviera a repetir. Que había que jugar con el cronómetro parado y que había que hacer como en el rugby, que el partido se para cuando un jugador es atendido (cosa, por cierto, que es absolutamente mentira, porque de hecho los fisios entran con el balón oval en juego y tienen que esquivar alguna que otra vez un placaje o una marabunta). Lo que no dicen en Inglaterra es que, según el estudio más reciente sobre tiempo real jugado elaborado por el CIES Observatory, en la Premier League se juegan 54 minutos por partido… Y que en el Manchester United-Atlético de Madrid se jugaron 55 según los datos oficiales de la UEFA. Lo que tampoco dicen es que, en el duelo de ida, ese en el que el Atlético fue ganando casi todo el partido, ese en el que el Atlético llevó la iniciativa y ese en el que con 1-0 estrelló dos balones en la madera mientras el United pedía la hora (aunque acabó encontrando fortuna y empató en su única ocasión del partido), se jugaron 46. Lo que tampoco saben ni dicen, y eso que las reglas las inventaron ellos, es que al fútbol se juegan 90 minutos de tiempo corrido porque se entiende que es la manera de jugar entre los 50 y 60 minutos de tiempo efectivo y que, si el crono se parase, nunca se jugarían los 90. De hecho, la FIFA lleva años haciendo pruebas y el resultado de cambiar la normativa sería jugar dos partes de 30 minutos.
Robbie Fowler, aquel delantero del Liverpool que celebró un gol haciendo que esnifaba una raya gigantesca de cocaína (y que hace un par de años siguió defendiendo haber estado orgulloso de aquel festejo), se atrevió a publicar en su columna semanal en prensa, así como afirmar en directo en la televisión, que lo que hacía el Atlético sobre el césped eran “absolutas payasadas” y rebatía la idea de su colega Neville que deseaba que el argentino fuera el próximo técnico del United. “Los aficionados no lo aguantarían”, finalizaba Fowler.
Y en estas, el Atlético visita al Manchester City. Simeone se enfrenta a Guardiola. Los dos técnicos con puntos de vista más separados, posiblemente, del fútbol actual. Y así, mientras se ha buscado ya caldear el ambiente intentando sacarle un titular al técnico catalán, Guardiola no ha entrado al juego de un Simeone al que admira. Un sentimiento mutuo que quedó patente en el propio documental de Simeone estrenado en Amazon, donde Guardiola es protagonista y no deja de ensalzar al argentino. “No voy a gastar un segundo en debates estúpidos. Después de ver al Atleti, hay una idea equivocada sobre su manera de jugar. Simeone es más ofensivo de lo que la gente cree. No toma tanto riesgo en la construcción, pero tiene mucha calidad en el tercio final del campo. ¿Qué es jugar feo? Nosotros también le ganamos 0-1 al United en Old Trafford y Bernando Silva se iba a la esquina a guardar la pelota para que no nos hicieran contragolpes», admitió Pep ayer en la previa.
Y es que, de hecho, en su etapa formativa como técnico, Simeone visitó a Guardiola, aún en el Barcelona, y compartieron puntos de vista y pareceres. Pep le explicó, entre otras cosas, que el movimiento de poner a Messi de falso nueve era más un cambio defensivo que ofensivo. “Los rivales me atacaban siempre por el lado de Leo, que tenía más libertad para no defender, y en esa banda estaba en inferioridad, por lo que poniéndole por el centro, todo se equilibraba más”. Y Simeone, que por entonces era un técnico muy ofensivo que dirigía en Argentina (en River le llegaron a calificar de suicida y kamikaze porque jugaba con cuatro y cinco delanteros a la vez), ni así concebía el estilo de Guardiola. “Lo siento, entiendo lo que dices, pero es que a mí no me sale hacer eso”, le decía el argentino.
Y así llega el cruce, que nada tendrá que ver con el otro vivido en las mismas ciudades hace un mes. Jugar contra un United en trance y en punto muerto no tiene nada que ver con jugar ante un City que tiene velocidad de crucero y que está en ese punto de excelencia que cuando cogen los equipos de Guardiola los hace casi imbatibles. El Manchester City es el mejor equipo y a la vez el peor que le podía haber tocado al Atlético de Madrid. Partiendo de la base de que en unos octavos de final no hay rival fácil o difícil, el pasado tiene argumentos para pensar que el equipo de Pep puede ser el más favorable o el que peor le viene a los rojiblancos. A favor, Simeone y Guardiola se han enfrentado una vez en Champions League y el que salió ganador fue Simeone (aunque en el total, Guardiola le ha vencido en dos ocasiones, por una del argentino). En contra, que aquel partido, ante el Bayern Múnich en 2016, fue el de mayor sufrimiento para los rojiblancos, un asedio de los alemanes que por momentos parecían atacar a la vez por ambas bandas y en el que el Atlético, que ganó, se vio sobrepasado y nunca tuvo el control. Es muy difícil ganar dos partidos así. También a favor, que a Simeone le sienta como un guante enfrentarse a equipos del estilo de Guardiola (“La mayor virtud del Atlético es que no te deja ser lo que eres”, aseguraba Pep cuando se conoció el sorteo hace unas semanas). En contra, que este Atlético no tiene los mimbres defensivos que sí tenía en aquella ocasión.
Para más drama, no ha viajado José María Giménez, el mejor de la zaga cuando está sano, que lamentablemente últimamente es en pocas ocasiones. Así, Simeone deberá decidir entre arriesgar con Felipe o Hermoso, cuyo nivel esta temporada está rozando el esperpento, probar a Vrslajko de tercer central, cosa que ha funcionado con éxito un par de veces esta campaña, o cambiar a línea de cuatro atrás. En cualquier caso, todo el peso defensivo recaerá en Stefan Savic, que vuelve a la que fue su casa durante un curso. Y es que, en un fichaje de esos que ya no recordabas, el montenegrino fue uno de los primeros jugadores que llegaron al megaproyecto del jeque del City, jugó una veintena de partidos y ganó la primera Premier League de la historia del club antes de poner rumbo a Italia, pues ciertamente había jugadores como Kompany, Kolo Touré o Lescott que le cerraban el paso.
Sin el valor doble de los goles como arma de doble filo, ahora el torneo exige ganar al menos un partido para pasar de ronda. El City llega muy bien. El Atlético lo hace en el mejor momento de la temporada. João Félix, en el punto más alto de su carrera como rojiblanco, se exhibe ante el equipo al que estuvo a punto de ir en 2019. Asegurarse un buen resultado fuera, dejar abierta la eliminatoria y aprovechar que entre medias de los dos partidos el Manchester City tiene un duelo vital por la Premier League ante el Liverpool para que el Metropolitano vuelva a ser una caldera. Y soñar.
Imagen de cabecera: Getty Images
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