El Málaga se asoma al abismo. Podría
parecer una obviedad, mas la situación crítica alcanzada por el equipo
malaguista no es fruto de la casualidad. Se podría decir que es consecuencia
directa del caos instalado en el club de Martiricos.
Un
club dirigido como empresa, alejándose paulatinamente del modelo puramente
deportivo, algo frecuente en tiempos de inversión externa cada vez más
instalado como hábito en el fútbol moderno. Un modelo que tuvo su auge en Málaga en la época de Pellegrini en el banquillo,
en la cual el malaguismo soñó incluso con gestas en la máxima competición
continental. Aquellos tiempos dorados adquieren tintes de lejanía dada la
situación actual del club a nivel institucional y deportivo.
Porque
el Málaga actual camina sobre el alambre.
La planificación deportiva del pasado verano ofreció como resultado una clara debilitación
de la plantilla que hacía presagiar una lógica caída en el rendimiento
deportivo del equipo, salvo milagro obrado por Míchel, que finalizó la anterior
temporada meritoriamente, demostrando su capacidad a poco que los mimbres
acompañasen. En la actual, no acompañó la base y Míchel no se convirtió en el genio de la lámpara. Instalado
continuamente en los puestos peligrosos de la tabla, la continuidad del técnico
madrileño se sostuvo sobre el conocimiento propio del club de dicha situación,
hasta que, asfixiados por los resultados, los dirigentes optaron por la
destitución como válvula de escape. José González es el nuevo inquilino del
banquillo de La Rosaleda. Cambio de guía, mismos resultados. El Málaga ya
acumula 7 jornadas sin conocer la victoria, cayendo derrotado ante la UD Las
Palmas en un duelo vital para las aspiraciones de permanencia de ambos
conjuntos que oxigenó a los de Paco Jémez y hundió a los malaguistas, ya a 7 puntos de la salvación.
El
momento es crítico. Una crisis desencadenada por la ausencia de planificación,
el déficit de organización, por la dejadez de unos mandatarios que
transformaron la inversión inicial en austeridad económica, con el atenuante de
la escasa especialización por parcelas deportivas que deja al equipo ante la necesidad de que se obre un milagro, una
reacción que no aparenta realidad. En la temporada 2011-12, el Real Zaragoza se
encontraba a 10 puntos de la salvación a estas alturas de temporada. Evitar la
crueldad y la gravedad del descenso no es imposible, sólo improbable. A ese clavo ardiendo se aferran en La Costa
del Sol para escapar de la quema.
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