La vida nos recuerda que nos hacemos mayores. Te das cuenta cuando el descanso de los fines de semana se traduce en pasar el aspirador por todas las esquinas de casa, poner lavadoras, asistir a fiestas infantiles y que una de las cosas que más has empezado a apreciar es el profundo silencio. También reparas en ello cuando aquellos jugadores que han escrito tantos ratos de nuestras vidas y nos parecían perennes, deciden colgar las botas. Menuda hostia te da eso. No creíamos que estaba a la vuelta de la esquina. O tal vez, lo observábamos de soslayo. Ser adulto nos recuerda que las agujas del reloj nunca tropiezan.
La crisis de los 40 no es un mito, es una realidad. Algunas personas experimentan ese sentimiento de frustración que pone en duda si se han cumplido las expectativas. Luka Modric va burlando los avisos, porque a sus 39 años sigue protagonizando genialidades como la que aconteció ayer en el Bernabéu. Nos recuerda Sofascore, en uno de sus datos, que los goles desde fuera del área es un acto común en la carrera del croata. Desde la temporada 15-16, solo ha fallado a la cita en una única ocasión.
A la misma vez me pregunto, ¿qué narices se va a cuestionar un tipo que ha reunido 35 títulos como si fueran canicas y sigue demostrando año tras año su excepcional calidad en el rectángulo? Absolutamente nada. Tremendo balance.
Luka Modric significa longevidad y es sinónimo de exquisitez. Nos ha acostumbrado a su privilegiada técnica y lectura del juego; hasta el punto de no ser conscientes del valor y mérito que tiene que ello persista a día de hoy. El físico queda a un segundo plano. Continúa encontrando una respuesta que ofrecer ante un ritmo exigente porque su talento marca la diferencia. El fútbol duerme en su cabeza. ¿Hasta cuándo? Solo lo saben sus sueños.
Ya hace más de doce años desde que el croata abandonó la disciplina de unos Spurs que no querían desprenderse de él y que no pudieron retenerle. Mounrinho tuvo un deseo concedido. El jugador de Zadar ha escrito desde entonces una historia que trasciende más allá de las paredes de su club. Ese exterior es patrimonio de la humanidad. Como dice Ancelotti, “Modric es un regalo para el fútbol”. Y cada segundo de él en el césped, lo es para cualquiera de nosotros. Toda ovación sigue siendo incuestionablemente merecida.