Nos engañan con facilidad. Las narraciones de grandes futbolistas tienen un componente de frivolidad que solo nos marca sus grandes éxitos; nada de frustración o desilusión. Lucas Pérez, sin embargo, ha tenido de todo. Emigró muy joven para triunfar en la capital, pero no se hizo hueco ni en Atlético ni en Rayo Vallecano. Por ello, tuvo que probar su fortuna en Ucrania y Grecia, tratando de desempolvar la calidad que se le presumía en categorías inferiores. Buscando en el desván, el Deportivo decidió darle esa oportunidad. Un momento que nunca olvidarán ya que sostuvo a los de Riazor en Primera División hasta extraer, al final, más de 20 millones de euros al Arsenal. Tras su fluctuante paso por las islas, al gallego se la ha brindado un contexto positivo para que vuelva a ser ese futbolista que, en esencia, era diferencial. Se ha convertido en la mano derecha de Garitano.
El Alavés no ha parado de agitar el árbol este curso. Asier Garitano, ante un equipo que no acababa de despegar, decidió probar diferentes sistemas ante las complejas diferencias que ofrece cada equipo que conforma la liga española. Tras la marcha de Maripán, incluyó un tercer central en el campo del Getafe. Pese al punto, el exentrenador de la Real Sociedad decidió no continuar con ese abrigo que podía dar réditos a corto plazo. Los getafenses, como sigue probando el conjunto de Bordalás, es un equipo al que hay que atar en corto y tomar muy en serio ante sus ideas. Tapar el área, con los continuados centros de los de la capital, era menester. Sin embargo, poco a poco, había que darle voz y voto a los efectivos que se congregaban en el banquillo.
El ‘Glorioso’ decidió dar cabida a otra punta de lanza tras tres derrotas consecutivas. Marcar se había convertido en una proeza. Por ello, Garitano, ante el Mallorca, acompañó a Joselu con Guidetti. La posibilidad de darle un apoyo fijo al antiguo futbolista del Newcastle, liberaba a un futbolista que rezaba por encontrar amigos. La producción ofensiva de los vascos tan solo estaba a punto de explotar. Le iban a hacer hueco a Lucas Pérez. Ambas referencias marcaron en las postrimerías del choque, lo que insufló oxigeno a un técnico al que le acechaba la destitución. Desde ahí, solo llegan alegrías.
Pérez, en este entorno, está mucho más ayudado. Ante esa pisada de fútbol sala o esos movimientos a espalda de centrocampista rivales, está haciendo trabajo de mediapunta. Son los extremos de ese 4-4-2 los que suelen romper al espacio justo por su sitio, los flancos. Ante este nuevo contexto, ajeno a lo que padecía, es sencillo recordar lo que recogía el Día Después hace unos años: “Ahora eres rico”, le dijo con sorna una señora cuando dejaba Riazor tras un partido. “No soy rico, soy riquiño”, le contestó. Hoy se debe sentir uno de los tipos más acaudalados de LaLiga. Sus siete goles en los últimos siete encuentros lo confirman. Nada es casualidad. Es el sostén de un Garitano que hoy mira al futuro con más calma que nunca. Eso, si queremos aceptar la serenidad como un término apto para un deporte tan cambiante como el fútbol. O si no, que le pregunte a Lucas Pérez.