En Oklahoma, la historia empieza a tomar tintes de epopeya. El Paycom Center volvió a rugir, pero esta vez no fue solo por el premio MVP entregado a Shai Gilgeous-Alexander antes del salto inicial, sino porque los Thunder han dejado claro que no están aquí para aprender: están aquí para ganar. El 118-103 ante Minnesota no solo pone el 2-0 en la serie, sino que dibuja una brecha emocional que los Timberwolves empiezan a mirar con vértigo.
Mientras los Wolves intentaban sobrevivir a base de fogonazos individuales –Anthony Edwards con 32 puntos y Jaden McDaniels con 22-, los Thunder tejían un baloncesto coral. Jalen Williams (26 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias) y Chet Holmgren (24 puntos) se repartieron el protagonismo, pero la sensación era que cualquiera podía asumir el timón. Shai, el MVP, no necesitó monopolizar el balón para dominar: 38 puntos y una serenidad insultante desde la línea de libres (13/15).
Minnesota aguantó un tiempo, sí, pero en la reanudación volvió a asomar el fantasma del primer partido. Los Thunder apretaron el acelerador y los Wolves se quedaron sin gasolina y sin ideas. El parcial de 35-21 en el tercer cuarto fue una sentencia. Chris Finch, técnico de los Wolves, veía cómo la frustración se apoderaba de los suyos: pérdidas absurdas, faltas flagrantes y la sensación de que no hay plan B cuando el rival sube el listón.
Julius Randle, que venía de ser el motor ofensivo en la serie anterior, se quedó en seis puntos con un 2 de 11 en tiros. Minnesota necesita su mejor versión y la de todos sus secundarios si quiere evitar que la serie se acabe antes de volver a Oklahoma.
La grada de Oklahoma no dejó de corear el nombre de Shai, pero la ovación fue para todo un grupo que juega como si llevara años en estas lides. Los Thunder, que no pisan unas Finales desde 2012, están a solo dos victorias de regresar al escenario grande. Y lo hace con una plantilla que no conoce el miedo ni la presión.
El tercer partido en el Target Center será de vida o muerte para los Wolves. Si no encuentran respuestas colectivas y una defensa que frene la avalancha de talento de OKC, la serie puede estar sentenciada antes de lo previsto. En Oklahoma, mientras tanto, sonríen.
