El apellido a veces pesa, y más si eres portero y tu padre ha sido uno de los mejores de la historia. A Kasper Schmeichel, físicamente casi una estampa del gran Peter, le ha costado mucho llegar a ser titular en la Premier League. Muchísimo. A sus 27 años es una de las piezas clave del recién ascendido a la máxima categoría del fútbol inglés, el Leicester City, pero hace tan solo cuatro estaba jugando en la Football League Two.
Nacido en Copenhague el 5 de noviembre de 1986, a los cinco años se mudó a Manchester cuando su padre firmó por los Red devils. Se crió en Inglaterra y en 2002, los dos Schmeichel se incorporaron al Manchester City. Peter se retiraría en el eterno rival del United un año más tarde, en 2003, y Kasper comenzaría en 2004 un periplo de cesiones que le llevarían a clubes como Darlington, Bury, Falkirk (Escocia), Cardiff (Gales) y Coventry City.
Su ascenso daría comienzo en la temporada 2009-2010 con su incorporación al Notts Country. Allí ganó la Football Two League y eso le permitió firmar por un histórico, aunque en horas bajas, Leeds United, del cual pasaría a su actual club, el Leicester City, en 2011. Con Los zorros logró el ascenso a la Premier el pasado verano y acumula un total de 141 partidos de liga, 9 de FA Cup y 7 de Capital One Cup.
De condiciones físicas diferentes a las de su progenitor, que le saca ocho centímetros de altura, Kasper también es un guardameta ágil y con muchos reflejos, acumula cuatro partidos internacionales y fue convocado para la Eurocopa de 2012 con la selección de Dinamarca, tras rechazar en 2007 jugar con Inglaterra, en una época en la que el combinado inglés no acababa de encontrar un guardameta de garantías. En el debe cabe situar la poca seguridad que da en ocasiones en los balones aéreos, su principal faceta a mejorar.
Kasper aspira en los próximos años a desbancar a Lindegaard y Andersen y convertirse en el guardameta titular indiscutible de la selección danesa, y también a asentarse en la Premier League, a ser posible en un equipo con más aspiraciones. Condiciones no le faltan y sólo necesita tiempo y confianza para demostrar todo lo que lleva en los genes. De Peter a Kasper, con el apellido Schmeichel como máximo común divisor.
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