Finalizado el 2017 se puede decir que el Athletic Club está pasando por uno de los peores (sino el peor) momentos futbolísticos y de personalidad de la última década.
Eso es un hecho y quien lo niegue es que no quiere percatarse de una realidad que es evidente. No tanto por los resultados (mitad de tabla) sino por las sensaciones que transmite un equipo que no consigue exponer ni comprender como quiere jugar. Los motivos de este problema son muchos, pero no todos de misma repercusión.
El sendero que ha tomado el FC Barcelona en los últimos meses, pese a la penumbra que se atisbaba para ellos en verano, deja entrever que Ernesto Valverde es un entrenador con unas cualidades soberbias para adaptarse a los recursos que se le proporcionan. Los recursos de los que disfruta en la ciudad condal son diversos, y por ello su equipo marcha con paso firme por todas las competiciones que disputa esta temporada. Pero no siempre ha sido así.
En el caso del Athletic Club, es difícil encontrar un equipo que ofrezca una variedad de recursos tan limitada dentro de la élite del fútbol español. El tipo de juego que caracteriza a los bilbaínos, sumado a una filosofía que al mismo tiempo que enorgullece, limita las posibilidades en el mercado de traspasos, hace que un entrenador como Ernesto fuese idóneo para semejante contexto. Sus resultados en su segunda etapa (y en la primera) en el banquillo de San Mamés demuestran que así lo es.
Quizás es por eso que, ante su marcha, su sucesor no este consiguiendo gestionar con la misma templanza dichos resultados y rendimiento. Pero dejar caer toda la responsabilidad sobre el Cuco Ziganda no sería justo ni para él ni para los aficionados. El problema trasciende a la simple figura de un entrenador.
La realidad es que la plantilla del Athletic Club hace tiempo que parece necesitar algo de aire fresco. En especial en las posciones de ataque. Varios de los referentes de los últimos años en el club bilbaíno son jugadores que están entrando (sino están inmersos) en la última fase de su carrera, donde el rendimiento tiende a caer. Decir esto de un jugador como Aritz Aduriz puede parecer osado y desafiante pero lo cierto es que no es así. Aduriz sigue siendo el referente en ataque del equipo, pero sus habilidades se están viendo cada mes más lastradas por el paso de los años. Sigue siendo un muy buen delantero, pero ya no es el jugador sobre el que debe girar el juego del equipo.
Si a jugadores como Raúl García o Aduriz se les suma la marcha de otros de los grandes estandartes del club como Fernando Llorente, Ander Herrera o Javi Martínez parece necesario que ese hueco sea llenado por alguien.
El problema es que esos jugadores destinados a sucederles no llegan. Bien por la mala suerte con las lesiones (Muniain), o bien porque algunos jugadores no parecen capaces de alcanzar las expectativas que se generaron sobre ellos (Williams), lo cierto es que no parece que la cantera consiga surtir al primer equipo de materia prima con la misma calidad que venía haciéndolo (entendamos por cantera formarse en categorías inferiores, ya que bien es sabido que jugadores como Muniain o Llorente no siempre fueron de Athletic).
Lo cierto es que en gran parte este problema es de difícil solución, pero no todo es inevitable. Si jugadores como Fernando Llorente o Javi Martínez se quieren marchar del club se les debe permitir dar el paso que ellos quieran realizar en sus carreras. Pero se debe trazar una vía para que en un futuro estos jugadores puedan volver al club, si ambas partes así lo desean. Esto es lo que el club no hizo. Todos estos jugadores se han marchado del club de mala manera, rompiendo su relación con la entidad. Por lo tanto, el problema no está tanto en el hecho en si, sino en las formas. Al fin y al cabo, ¿cómo agradecería el Athletic Club tener en sus filas a un jugador como Llorente ahora mismo?
Algo parecido puede suceder con Kepa Arrizabalaga. El portero ha estado viviendo una odisea de cesiones durante los últimos años impropias de un jugador con su calidad. Una vez se le ha permitido tener una oportunidad la ha aprovechado fantásticamente, hasta el punto de ir convocado con la selección absoluta y captar el interés de grandes clubes de Europa. Ante ello, y sabiendo que su contrato finaliza en junio de 2.018, el club le ofreció una cuantía burlesca que el no tardó en desestimar. Ahora, y viéndose con la soga al cuello, han decidido reaccionar, pero puede que ya sea demasiado tarde.
Pero no es este el único punto problemático de lo llevado a cabo por el club. Si bien es cierto que en el fútbol moderno es complicado mantener a tus estrellas cuando equipos con mayor colchón financiero llaman a su puerta, no menos cierto es que el Athletic Club tiene un prestigio y una fama en el panorama nacional muy aprovechable. Por tanto, y teniendo en cuenta la peculiar filosofía (de la que como seguidor del Athletic, me siento orgulloso) que impera en el club, es necesario pelear por todos los jugadores que cumplan con ella y puedan aportar un valor añadido a lo que hay.
Los casos de Mikel Merino y Alex Berenguer, sin ir mas lejos, son dos ejemplos de situaciones muy mal llevadas por los gestores del club que han hecho que dos jugadores con nivel más que suficiente para jugar en el primer equipo hayan decidido marcharse a otros clubs. Además, se ha acabado rompiendo la relación con el club de origen (At Osasuna).
Es una evidencia que en el futbol de hoy en día los precios suben. Sin ir más lejos, clubes que no son protagonistas por realizar estratosféricos desembolsos como Leganés o Villarreal, por ejemplo, han roto su récord de mayor cuantía pagada por un jugador en varas ocasiones en los últimos años. Por lo tanto, no se puede pretender vivir con condiciones pasadas permanentemente. Es muy interesante alardear de un superávit continuo de 20 millones de euros por año. Es muy interesante mejorar las condiciones de la cantera e invertir en ojeadores. Pero la realidad es que el club ahora mismo carece de jugadores de calidad en varias posiciones y que cuando se entra a negociar con otras entidades las ofertas son irrisorias (caso de Mikel Merino).
Por todo ello, no busco defender que la culpa de la situación no es del entrenador, porque lo cierto es que con la misma plantilla su predecesor obtuvo resultados importantes, pero si dejar ver que la gestión del club, y sobre todo la mala planificación de la directiva han hecho que el Athletic se encuentre en esta situación. Porque como se suele decir, “lo difícil no es llegar, sino mantenerse”, y parece que la directiva del club se ha olvidado de asentar las bases del futuro para mantener el nivel de los últimos años.
Esto se ha podido esconder debido a los buenos resultados cosechados durante los últimos años, pero cuando han venido curvas, se ha visto lo que había detrás, una cusetionable gestión del club escondida por una hornada de futbolistas fantástica unidos al trabajo de varios grandes entrenadores (Caparrós, Bielsa, Valverde).Este último hecho si que es elogiable en relación a la directiva, puesto que la elección de los dos últimos fue suya y los resultados demuestran que las decisiones fueron acertadas.
Muchos (sino todos) los que estamos relacionados con el club sabemos la forma que tiene la organización del Athletic Club y como se toman las decisiones. Pero todo ello nos daría para una discusión mucho más extensa la cual no quiero entrar a discutir en este artículo.
Se que eta opinión no es compartida por todos los aficionados rojiblancos, pero la humilde opinión de un aficionado de este club que tiene claro que; fútbol y política nunca deberían mezclarse.
Aupa Athletic.
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