Una de las historias que mejor refleja la importancia de conocer a quien tienes enfrente la protagonizó un director de comunicación de una gran empresa. Antes de conceder una entrevista a un reportero de la CNN hizo acopio de cuanta información disponía del periodista: observó que había realizado algunas crónicas y antes de empezar la entrevista, le felicitó por la última; se informó de la costumbre del periodista de anotar los puntos más importantes de las empresas que visitaba y el director de comunicación le entregó al final de la entrevista una lista con los puntos más destacados de su empresa. ¿El resultado? Un reportero encantado que enfocó la entrevista de forma que la imagen de la empresa creció exponencialmente.
Lo que aquel director de comunicación hizo en un alarde de audacia, es el espíritu del que carece en buena medida Ancelotti. Seguramente aquel director de comunicación no tenía una reacción modelo ante cualquier circunstancia, simplemente supo modificar su itinerario de forma que el impacto fuese mayor. Por eso sorprende la tozudez de Ancelotti en ciertos aspectos; uno de ellos, la BBC. Ya lo ha repetido en muchas ocasiones: “Mientras estén bien, la BBC es innegociable”. En otras palabras: algo muy gordo tiene que suceder para que esto cambie.
Quizás el acicate haya sido el Schalke, que tuvo contra las cuerdas al Madrid durante todo el partido y estuvo a un paso de apear al conjunto merengue de la Champions League. Si el Real Madrid estuvo con la soga al cuello durante el partido fue, entre otras razones, por la pérdida sistemática de la organización en el centro del campo. Si tomamos como premisa que los tres de arriba (Bale, Benzema y Cristiano) no ayudan en tareas defensivas, la situación, como se pudo comprobar contra el equipo alemán, es la siguiente: Kroos e Isco (jugadores con falta de vocación defensiva) y Khedira (defensivo pero exiliado) luchando contra el avance de las tropas alemanas.
El Schalke controló el partido frente al Madrid porque se encontró con un 4-3-3 innegociable, esquema que elimina por hipótesis a los tres de arriba y deja desguarnecido el centro del campo. Cuando la sala de máquinas se ve desbordada, la utilidad de los hombres de arriba es prácticamente nula. Y la solución, que pasa por sacrificar a un galáctico de arriba para formar un 4-4-2 (sí, de los de manual) con mayor consistencia, no pasa por la cabeza de Ancelotti.
De hecho, la reacción del Bernabéu no dejó lugar a dudas: piden un cambio. Los pitos a Bale y a Benzema fueron el clamor de la indignación y los aplausos a Modric cuando comenzó el baile fueron el mensaje unánime de una regeneración en el modelo del equipo. Quizás ya no hablamos de rotaciones por el hecho de rotar, sino de conocer a quién te enfrentas y quiénes son los hombres que mejor pueden trazar los objetivos a corto plazo marcados para el partido. Tentar a la suerte con ciertas actitudes invariables puede conducir a más de un susto, desde el Schalke hasta cualquier otro equipo.
La situación se agrava cuando, a dos semanas vista, se aproxima un Clásico que puede discernir quién avanza y quién da un paso atrás, quizás los pasos definitivos, hacia el título liguero. Y con la imagen del Madrid contra el Schalke, superado en intensidad y en juego, el partido en el Camp Nou se antoja duro para los simpatizantes madridistas. A no ser, eso sí, que Ancelotti decida conocer al rival, entender si hace falta posesión o pólvora arriba y le pase una lista a cada uno de sus jugadores donde rece: “negociemos”.