Últimamente, el fan de la Fórmula 1 vive sobresaltado. Algunos hechos luctuosos, muy concentrados en el tiempo, o al menos mucho más de lo que estábamos acostumbrado recientemente, nos han recordado que las carreras no son un juego, y que el peligro acecha en cada curva. El último día de los segundos test de pretemporada de este 2015 vivíamos de nuevo esa desagradable situación. En torno al mediodía, un coche estrellado y un piloto inconsciente, volando en helicóptero hacia el hospital más cercano. Y esta vez nada más ni nada menos que Fernando Alonso, uno de los pilotos más conocidos y reputados de la actualidad. Atrás quedaba el circuito de Montmeló, con su complicada curva tres, el curvone Renault, testigo de un misterioso accidente que trataremos de descifrar.
La versión oficial parece clara. Tanto el manager de Alonso, Luis García Abad, como el equipo McLaren afirman que una racha de viento afectó al MP4-30, haciendo que el piloto perdiese la estabilidad y chocase contra el muro. Y desde luego, es perfectamente creíble. De hecho ese mismo día, y en esa misma curva, Carlos Sainz tuvo un accidente similar y también lo achacó a esta circunstancia meteorológica. El de Montmeló es quizá el circuito al que más afecta el viento de todo el campeonato, llegando incluso a ser decisivo los sábados cuando las clasificaciones se resolvían a una sola vuelta. Y por las grabaciones que existen del momento del accidente, el aire soplaba con virulencia la mañana del accidente.
Además, la curva era la tres, conocida como ‘curvone Renault’, es una curva muy rápida por la que los Fórmula 1 pasan en cuarta velocidad, a unos 220 km/h, aunque se cree que el McLaren rodaba algo más despacio. Una curva de alta carga aerodinámica en la que una racha de viento puede hacerte perder el control del monoplaza con bastante facilidad, y más en condiciones de frío y poco agarre. Alonso sufrió un severo sobreviraje y chocó lateralmente en el muro interior de la curva, soportando según el sensor de la FIA una fuerza de 30G. Aunque cabe destacar que en un segundo sensor, colocado en los auriculares del piloto, las mediciones se quedaron en 16G, indicando que esas fueron las veces que el piloto asturiano tuvo que soportar la fuerza de la gravedad en el primer impacto. En el segundo, con el coche ya más decelerado, los indicadores se quedaron en 18 y 6G respectivamente.
Que el choque fuese lateral, y no frontal, parece justificar que el daño fuese tan severo en el piloto y tan leve en el monoplaza, que apenas sufrió algunos desperfectos en el alerón delantero y suspensión delantera derecha. Al no deformarse el chasis del McLaren, Alonso tuvo que soportar mayor fuerza del impacto. La oficial, parece la opción más factible y clarificadora.
Como buen misterio, poco tardaron en surgir versiones apócrifas, muchas de ellas descabelladas, en busca de una realidad alternativa a la que McLaren y el propio Alonso nos ofrecen. Muchas de ellas se caen por una misma evidencia: las marcas de frenado. Esas dos líneas de goma que el MP4-30 dejó antes de estrellarse contra el muro destroza de golpe la teoría de que Alonso estaba inconsciente antes del golpe, y por lo tanto deja fuera de lugar tanto la suposición de que el asturiano había sufrido un mareo mientras pilotaba como la de que se había electrocutado con los componentes del sistema ERS del coche. De hecho, debido a la uniformidad de voltaje dentro del monoplaza, la única forma de sufrir una descarga eléctrica proveniente de él es estando total o parcialmente fuera del vehículo.
Una tercera versión dice que algo falló en el coche antes del accidente, siendo eso lo que hizo perder el control del mismo a Alonso. Viendo las características del golpe, solo podría ser algo que afectase a alguna de las suspensiones o, más probable, a la barra de dirección. Es una teoría muy difícil de probar desde fuera, pero lo cierto que es todas las ruedas parecen ir sobre el asfalto en función a lo que se denota de las marcas de frenada, que incluso se intensifican conforme se acerca el muro. En cualquier caso, es la única versión apócrifa que podría tener nociones de verosimilitud.
En definitiva, un accidente extraño acerca del cual se ha levantado un gran misterio, ayudado por el hecho de que en los test apenas haya cámaras que nos ofrezcan imágenes de lo sucedido. La versión oficial, la expuesta por McLaren, parece la más que más se ajusta a las evidencias que arrojan las pruebas, quedando las teorías de la conspiración en versiones bastante poco fundadas, o nada fundadas en la mayoría de casos.
Ahora lo más importante es Alonso. El piloto perdió el conocimiento hasta en dos ocasiones, no recordaba el accidente e incluso, según recientes informaciones, al despertar hablaba italiano y aún pensaba que corría para Ferrari. Nada fuera de lo normal en casos así. Pronto recuperó la compostura. Ya está centrado en una buena recuperación y, tras las pruebas a las que se someta esta semana, intentar estar dentro de quince días en Melbourne -aunque su participación es complicada- para comenzar a luchar por un mundial que se presenta apasionante.
NOTA.- McLaren confirma la no participación de Alonso en Melbourne por prescripción médica