Hola. Hace tiempo que quería escribir algo sobre ti. Aunque, han sido varias las circunstancias que han provocado que esté aquí, ante un ordenador, lleno de nervios, con los brazos temblando y los sentimientos a flor de piel, y reconozco que con alguna que otra lágrima, encontrando el valor para dirigirme a tu persona. Porque, aunque no lo sepas, mi mayor deseo desde hace tiempo es tener la posibilidad de hablar contigo. Y, como yo, mucha otra gente.
No sé si te llegará esta carta, pero, si es así, lo primero que debes saber es que te echamos de menos, Luis. Mucho. Aquí abajo, en este mundo lleno de locos, donde cada día es más difícil vivir, y donde parece que la vida terrenal se reduce al pleno sufrimiento, nos dejaste un vacío que, yo al menos, aún no he podido llenar, ni creo que pueda hacerlo algún día.
Aquella tarde del 3 de junio te fuiste sin decir adiós. Un desgraciado accidente se llevó consigo tu alma de veinteañero que lo único que hacía era disfrutar, de un chico que se sentía vivo encima de la moto, pilotando, que era tu vida. Fíjate qué paradoja, al final, tu pasión fue la que te costó la vida, como a muchos otros antes que a ti. Aunque suene a tópico, supongo que nos debe consolar que el punto y final llegó haciendo lo que más te gustaba, lo cual hace a esta situación más injusta todavía.
Hace 50 días exactos de aquello. De una de las peores tardes de mi vida. De aquel día en que me costó horas poder hablarle a la cara a la gente a la que quiero. Porque aún no me lo creía. No podía entender por qué tú. No sabía por qué razón un día de fiesta para el motociclismo español, con Álex Crivillé entrando en el Salón de la Fama de MotoGP, tenía que teñirse de negro. Y encima, en Barcelona, en casa. Vaya broma de mal gusto.
Ha pasado el tiempo, sí. Pero las heridas de la afición a la que pertenezco aún no han cicatrizado. Ni lo harán. Seguirás presente en el tiempo, porque ya eres eterno, como Marco, como Shoya, como Daijiro, o como tantos otros que siguieron el camino que, por desgracia, tuvieron que andar, allá por el siglo XX. Si me están leyendo, un recuerdo para ellos.
Pero vayamos a lo que nos incumbe, porque esto no es tan sólo un recuerdo. Aún te estarás preguntando por qué razón este juntaletras ha tenido la osadía de dirigirse a ti. Pues bien, esta carta que te escribo viene casi obligada por lo que ha sucedido desde entonces, que ha sido mucho. Y relacionado contigo. Porque, si el lastre de no tenerte con nosotros no fuera ya demasiado con lo que cargar a nuestras espaldas, algunos miserables se encargan de hacer tu pérdida más difícil. Sí, es cierto lo que estoy diciendo, no te sorprendas. Algunos miserables, cargados de malas intenciones, poca vergüenza, inmoralidad e inhumanidad a raudales, quieren manchar tu nombre.
Y si no fuera eso poco, que es más que suficiente, quieren seguir degenerando este deporte tan bonito, sacrificado, hogareño y especial como es el motociclismo hasta límites insospechados. ¿No me crees? Lo entiendo, es difícil de creer. Es casi imposible pensar que ni la mayor de las desgracias es capaz de hacer aflorar los buenos sentimientos de algunas ‘personas’, aunque, visto lo visto, no merecen ni llamarse humanos. Ahora entiendo lo que decía un conocido poeta, cuyo nombre no viene al caso desvelar:
«Cuando veo en esta puerca humanidad,
tantos crímenes sin nombre,
¡de sinvergüenza, ni hablar!
Me da vergüenza de ser un hombre.»
Porque, en esta carta hacia ti, Luis, me tengo que confesar. En estos 50 días, he sentido vergüenza con lo que quieren hacer contigo. Realmente, siento repugnancia de los acontecimientos que están pasando en este campeonato corrupto, dirigido por la mano de personas sin corazón, y que ayer hizo caer la gota que colmó mi vaso.
A lo mejor intuyes algo, porque ya sabías cómo funcionaba esto, como todos los que de alguna forma estamos pegados a este mundo lo sabemos, pero, si aún no sabes a qué me refiero, voy a empezar a enumerar. En primer lugar, quiero acordarme de ese campeonato que te acogió, como lo hace con todos. De los primeros miserables, de los del mundial de MotoGP, con Dorna y la FIM a la cabeza. Para ellos, mi recuerdo no puede ser bueno.
Tú, tus compañeros, los periodistas y los aficionados sabemos de qué palo cojeaban estas organizaciones, pero, desde tu muerte, nos han demostrado que no hay límite para ellos. En primer lugar, aquella misma tarde del fatídico momento, las cabezas pensantes decidieron colgar el vídeo de tu accidente en la página web de MotoGP. ¿Qué te parece? Ni en los peores momentos, se olvidan de ganar visitas, del morbo, del dinero. Y en el momento en el que fueron preguntados, silencio.
Porque el silencio se les da bastante bien. Aquí quiero enlazar con uno de los sucesos más indignantes de estos días. Sucedió ayer, así que supongo que ya te habrás enterado. Fue ayer cuando la Federación hizo público el informe con los resultados de las investigaciones encargadas para esclarecer las causas de tu accidente. Pero han hecho todo lo contrario. Tras señalar algunos datos, como que, en la curva 12, frenaste unos metros más tarde de lo que lo hiciste en tu vuelta anterior, o que ibas 4 kilómetros por hora más lento que antes, acaban concluyendo con una especulación, lo que significa que no es verdad, y que debe ser demostrada. Acaban diciendo que fuiste tú quien tuviste la culpa de tu propio accidente mortal, ya que, según estos miserables, miraste hacia atrás antes de tomar la curva, y cuando volviste la mirada, ya ibas directo a tu fatal destino, un destino, que, por cierto, alegan que fue resultado de un cúmulo de mala suerte. Imagino que debes estar indignado y asqueado, como lo estoy yo.
Pero, como ya te he dicho, guardan silencio. Porque, un piloto puede cometer fallos. Lo vemos todos los fines de semana, en todos los circuitos. Todo parece indicar que tú cometiste un error, eso es innegable, pero fatal. Pero tú no tienes la culpa de tu muerte, por supuesto. Esto no es un suicidio. Y tú estabas lleno de vida. A la gente de la FIM y de Dorna se les ha olvidado decir en su patraña de informe que la escapatoria de la curva en la que fuiste a perder la vida no era correcta. Pero seguro que es casualidad. A ellos nunca se les pasan por alto estas cosas. Porque, ¿qué problema tendrían ellos en admitir que con una escapatoria de grava, lo más seguro es que siguieras con vida? Somos muy malpensados, supongo.
Al fin y al cabo, han tirado por el camino más fácil. Primero, intentan demostrar que no había baches en esa curva y que no hubo un fallo mecánico en tu Kalex, para después, elaborar una teoría absurda que, supongo, tendrán que demostrar. Espero que no manchen tan fácilmente tu honrado nombre, algo de lo que quienes te acusan están faltos. Además, voy a confesarte algo. De esta manera, lo único que pretenden es limpiar su sucia conciencia. Sus homólogos de las cuatro ruedas, esos sinvergüenzas de la FIA, ya hicieron lo mismo, hace poco tiempo, con Jules Bianchi, al que por cierto, saluda de nuestra parte, si os encontráis en el circuito del cielo.
No son capaces de admitir que son los responsables de tu muerte, no soportan cerrar los ojos y que se les pase por su retorcida cabeza que se llevaron tu eterna sonrisa para siempre. Pero, también he de decirte, que esto no quedará así. Los que estamos aquí abajo, llorándote, nos encargaremos de recordarles que son ellos los responsables de que tú no estés. Si incluso ellos mismos lo admiten, al cambiar la trazada al día siguiente y al debatir ahora qué hay que hacer con Montmeló.
¿Sabes lo peor de todo? Que hay más miserables sueltos. Aunque lo son menos, he de reconocer. Y es que este dichoso informe de pacotilla ha traído más consecuencias, unas que, yo, sinceramente, no me esperaba. Y creo que tú tampoco. Que la puñalada viniera de MotoGP se podía imaginar, no es la primera vez. Pero la reacción de tu propio equipo es algo que logró sorprenderme en un día en el que pensaba que nada iba a hacerlo ya.
A última hora de la tarde, tu equipo, el SAG, sacó un comunicado en el que Edu Perales, tu Team Manager, afirmaba en unas declaraciones lo siguiente: «Nos reconforta la respuesta del informe técnico de MotoGP a la FIM, que básicamente es lo que intentamos explicar nosotros en el comunicado de prensa emitido el lunes posterior a la disputa del GP de Cataluña con mejores o peores palabras».
¿Qué te parece, Luis? Tranquilo, no te enfades. Ya sabes cómo son estas cosas. Ellos no pueden salir con un comunicado totalmente en contra de la FIM y de Dorna, las consecuencias serían muy graves para ellos. Pero esto no les exenta de ser unos miserables, aunque en menos medida. ¿No crees que el silencio era la mejor respuesta a ese informe chapucero? Yo creo que sí. Callar ante la tontería es mejor que hablar por obligación y cometer otra mayor. O eso pienso yo. Realmente, incluso te diría que incluso ellos mismos están dolidos con su propio comunicado. Son quienes más te echan de menos, aunque tu familia va primero, no lo dudes. Pero han decidido contentar a quienes mandan, bailarles el agua e intentar dar credibilidad a ese maldito informe, con el objetivo de hacernos pasar por el aro al resto. Pero no somos tontos, como ellos creen. Esa es su decisión. Mala, mucho, pero con posibilidades de ser entendible.
Y creo que ya va siendo hora de terminar. No quiero alargarme demasiado en esta carta, ni quiero que tú te aburras ni te cabrees demasiado por estos lamentables sucesos que aquí intento condenar. Pero, antes, quiero acordarme de otros miserables. Los terceros y últimos destinatarios de mi lista son, ni más ni menos, que los medios de comunicación. Pero no los respetuosos, no. Los otros. Los futbolizados, los que sólo buscan carne, los que no respetan.
Esos que con la noticia de tu muerte se lucen con titulares vomitivos, que buscan visitas, al igual que Dorna, con el vídeo de tu accidente, y que prefieren poner en portada a un jugador desnudo en plenas vacaciones antes que la noticia de tu marcha. Esos medios que abren sus informativos con tu muerte cuando nunca antes se dignaron a dedicarle más de 30 segundos al motociclismo. Esos medios que denigran día a día la profesión que tanto quiero y a la que ojalá algún día me pueda dedicar sin tener que encontrármelos cuando ese día llegue. Esos medios. Hacia los que se portaron bien, sólo tengo buenas palabras. Así se debe trabajar, y así quiero hacerlo si algún día tengo la posibilidad. Pero, por desgracia, son pocos.
Y, que yo sepa, esto es todo. Para terminar, te doy las gracias por haberme permitido un desahogo y haber expuesto mi visión de la penosa situación que hemos vivido estos días. Antes de marcharme, te lo vuelvo a decir. Te echamos de menos, Luis. Tu madre, María, tu padre, José Luis, el resto de tu familia, tus amigos, todo tu equipo, tus compañeros, todo aquel que se dedica a esto, los aficionados, el mundo entero. Y yo. Todos te añoramos. Te necesitamos aquí abajo, con tu sonrisa, tu alegría, tus ganas de vivir. Pero eso ya es imposible. Sólo nos queda recordarte, como eras, y luchar para que quienes ahora te culpan y ensucian tu nombre no se salgan con la suya. Con todo mi respeto, mi recuerdo y mi cariño infinito hacia ti, va por ti, Luis Salom.
Gracias, Eterno Mexicano.
Firmado: Rubén Carballo.
Alguien aficionado al deporte. Comentarista en Ahora Motos y redactor en Rozando el piano, Revista Safety Car y MotoSphera.
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