Se dice a menudo que, en el fútbol, los episodios puntuales determinan el resultado de los partidos. En el caso de finales europeas, aun tienen un peso más importante. La final entre Liverpool y Real Madrid no fue una excepción, con algunos episodios favorables -la lesión de Salah y los errores de Karius- que facilitaron la 13ª Champions League del Real Madrid.
Lo que ocurrió contra los reds no es diferente a las anteriores finales ganadas por el Real Madrid. No obstante, en la victoria de los blancos hay mucho más: está la mano de Zinedine Zidane.
Al contrario de cómo ocurrió con otros cracks como Platini o Maradona, Zizou se ha revelado como un elemento hábil también en los banquillos. Y es que sería demasiado simple descargar todo el mérito de las tres victorias seguidas del Real Madrid en una serie de detalles favorables, también porque los episodios a menudo van de la parte de los más fuertes, y esto no es precisamente un demérito, sino una certificación de su superioridad.
El mismo partido contra el Liverpool demostró la sagacidad táctica del técnico merengue. En la primera media hora de juego, hasta la lesión de Salah, el Liverpool consiguió poner en dificultades al Real Madrid con un sistema de presión ofensivo en el colaboraban también los tres delanteros, que bloqueaban los pases de los defensas rivales hacia el mediocampo. Por su parte, Wijnaldum, Henderson y Milner se mantenían altos para presionar a los mediocampistas de Madrid.
Las combinaciones por la derecha de Salah y Alexander-Arnold pusieron a Marcelo en el medio, a pesar del sistema defensivo escalado propuesto por Zidane, con Sergio Ramos cayendo a la izquierda para contener al egipcio y Casemiro bajando al medio de la línea defensiva. Un sistema pensado para el entrenador francés para evitar las peligrosas transiciones defensivas que a menudo el Real Madrid tenía que afrontar con solo dos defensas y que se han visto esta temporada.
Precisamente el trabajo oscuro, pero precioso, de Casemiro, contribuyó a decantar el partido hacia el Real Madrid, más allá de la lesión de Salah. El brasileño, casi ausente en fase ofensivo, dio una gran contribución defensiva, como central y anulando totalmente a Firmino, impidiendo al delantero del Liverpool realizar su habitual rol de delantero retrasado que ocupa la posición de mediapunta para lanzar a los dos extremos.
En general, Zidane consiguió luego reconfigurar el equipo, pidiendo a dos entre Ronaldo, Isco y Benzema bajar a las bandas, bloqueando el juego lateral de Klopp. Sin Salah, con el equipo más equilibrado, el Real Madrid pudo profundizar por el lado izquierdo.
Así, igual que en la primera mitad del primer tiempo los tres delanteros, la presión en mitad campo y el gegenpressing del Liverpool habían puesto en apuros al Real Madrid, posteriormente las decisiones tácticas de Zidane -y no solo la lesión de Salah- contribuyeron a decantar el partido hacia los madrileños. La defensa posicional para defender el 2-1 anuló definitivamente la capacidad ofensiva red, peligrosos solo con un palo de Mané con un tiro desde fuera del área.
El orden en defensa, el marcaje de Casemiro sobre Firmino, las caídas laterales de Sergio Ramos, el 4-4-2 contra la Juventus o los movimientos con Lucas Vázquez lateral y Modric en banda contra el Bayern son algunos las decisiones ganadores de Zidane en esta enésima triunfal temporada europea.
Si bien Zidane no se muestra excepcional en el plano táctico, las decisiones tomadas durante estas tres temporadas parecen desmentirlo. Finalizada su etapa en el Real Madrid, sin duda sería interesante verle en un contexto con menos talento a disposición en la plantilla. No obstante, lo visto hasta ahora es suficiente para considerar a Zidane entre los mejores entrenadores del momento.
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