Pizza a domicilio, un show de humor donde pasa de todo o un partido de Champions en Lisboa. Los martes locos. Tan descabellado con un hat-trick de Vangelis Pavlidis arañando la red bien temprano, tan absurdo como las decisiones y el infortunio de los guardametas, tan disparatado como un gol de Raphinha en el 96’ para firmar la victoria y poner Da Luz patas arriba.
Al Barça se le puso pronto el partido cuesta arriba. Las meteduras de pata le castigaron; las que salieron de la pizarra y las que sucedieron en el rectángulo. Alguien tenía que solucionar semejante desorden. Pedri se comió un plátano en el descanso y cogió su varita para flotar en el tapete e iluminar una noche oscura y lluviosa que pertenecía al delantero griego del conjunto lisboeta.
Que Pedri es un jugador diferencial es algo que sabemos desde hace tiempo. Lo demostró también en la capital portuguesa, con otra exhibición que evidencia que el juego del Barça debe pasar siempre por sus pies. Él sabe cómo mimarlo y distribuirlo. El tinerfeño recupera, ordena y crea oportunidades. Ayer, además de una asistencia, brindó 17 pases al último tercio.
Probablemente lo más disparatado, entre tanta barbaridad, fue la enésima actuación de Pedri con su capacidad para cambiar las cosas. Se hizo dueño del partido, inventó pases que solo ocurren en su imaginación y le puso el lazo al gol, para servirlo bien preciso. El entrecote al punto. Ni más ni menos hecho.
El Barça ya es equipo de octavos de final de la Champions en su ardua tarea pendiente de volver a seducir a Europa. Lo logró con una remontada épica, del 4-2 al 4-5, cambiando un guion que parecía escrito y que decidió redactar de nuevo. Del despropósito al acierto, siempre pasando por Pedri que, una vez más, fue uno de los actores principales. Esta vez fue el repartidor que trajo la pizza a casa un martes loco. Bien calentita. Se merece, cuanto menos, una buena propina.
