Lleva el fútbol en la sangre, es parte de su alma, la hinchada grita ˋvamos Kun Agüero’… mostrando su coraje, alegra a la gente. Y así, Sergio Leonel Agüero del Castillo, desde Villa Eucaliptos, y cosido al balón, el Kum-Kum japonés de su infancia, sus primeros rotos y el pase al Rojo, armó la marabunta de los Leales, que hoy seguimos con devoción cada gambeta, cada pisada, cada caño y cada gol que aún le quede por regalarnos.
Tras Loma Alegre y Los Primos, Independiente. A las fuerzas básicas llegó un morocho de pelo caído y piernas de acabado caoba que pronto le hicieron triturar categorías a la mitad. A los 15 ya Ruggeri dijo basta, que Primera ya tardaba en ver a Sergio. Se marchaba Milito y llegaba el último gran ídolo del Rojo. Pregúntenle a Racing y ese derbi dónde el de la muñequera conquistó un laberinto de confeti entre túneles y recortes imposibles sin haberse afeitado por primera vez.
Al Atleti llegó tras traspaso récord y aún recuerdo su debut en El Sardinero. No fueron muchos minutos, pero fue una amenaza velada al reinado del fútbol mundial. Claro, le vieron asomar por ahí Mista y compañía y pensarían lo que los demás, este es el bueno. Y al Atleti le dio glorias y desamores. Victorias titánicas al Barcelona de su hermano Messi, el golito con la mano al Recre en el Calderón, metal europeo tras el desierto y asomar la cabeza en la Champions después de haber mirado a la muerte a la cara pocos años atrás.
Y el yate, y el ˋKun Blanco’, y el incendio. Acabó lo suyo con el oso y el madroño con una exhibición en Palma de verdadero enajenado. Dicen que horas antes se había cocinado su pase al Real Madrid, y si en Mallorca debía ser la despedida, le puso vaselina y tres chirlos. Lo suyo se quebró de camino a la Casa Blanca y el City le salvó el pescuezo a la directiva rojiblanca.
No creo que fuera el único que pensaba que iba a ser una aventura más corta que larga la de Manchester. Con los precedentes habidos y la incertidumbre de los resultados se entendía como bisagra en su carrera. Quién pensaría en una década de reinado, de tantas ligas conquistadas y absoluta devoción por lo latino en una tierra tan dada a lo suyo. Se comió toda la competencia, el paso de entrenadores y la historia del club.
¿Y ahora qué? Los Leales lo tenemos claro. Queda Kun, queda cumbia. Ojalá se venga para España de nuevo. Que vista los colores que quiera, porque al que lo repudie seguro que se los saca. Igual hablo desde la necesidad de volver a sentirme casi adolescente, pero el fútbol aún necesita a Agüero. Aquí le estamos esperando.
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