‘A puerta cerrada’. Este jueves, la ministra de deportes de Japón, Tamayo Marukawa, ha anunciado que no habrá espectadores en las instalaciones donde se den lugar los Juegos Olímpicos. Esta noticia ha generado una gran decepción entre toda la comunidad olímpica, pues es evidente que unos Juegos Olímpicos sin el calor de los aficionados son un hándicap de valor incalculable. A esto se le suman las consecuencias económicas que tendrá esta medida.
En marzo las autoridades niponas afirmaron que habría público, si bien solo japonés, para minimizar el riesgo de contagio con la llegada de público extranjero. El rápido repunte del COVID en Japón, especialmente fuerte en Tokio, obliga a las autoridades y organizadores a recular. Esta medida de no permitir el público afectaría en este instante a la capital nipona y su enorme área metropolitana, no así a otras ciudades que son subsede, si bien esto podría cambiar en las próximas semanas dependiendo de la incidencia.
Los organizadores y los 68 patrocinadores de estos Juegos Olímpicos eran optimistas con salvar al menos la presencia del público local. Y es que la remisión del COVID en los últimos meses invitaba al optimismo, pero la entrada en escena de la nueva variante Delta, más mortal y contagiosa, ha comprometido sensiblemente los planes iniciales. Japón ha sido menos castigada que otros países, con 810.000 contagios y 14.900 muertos, pero Tokio registra una tendencia al alza desde que el último estado de emergencia fuese levantado dos semanas atrás.
El jueves, las autoridades niponas informaron de 896 nuevos contagios y las proyecciones apuntan a 1.400 en un par de semanas. “Hay un rebrote indudable del virus en Tokio”, sostuvo días atrás Norio Ohmagari, asesor de la capital y director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades. Los especialistas epidemiológicos ya habían alertado de que, en el mejor de los casos, los Juegos absorberían los recursos humanos que exige la gestión de la última ola y, en el peor, que la convivencia de miles de atletas y personal variado multiplicaría los contagios.
En Japón se da una vacunación extremadamente lenta, ya que solo el 15% de la población está vacunada. Algo sorprendente para un país tan moderno y avanzado como el japonés. En junio ya se alertó: “Las vacunas con el ritmo actual no ayudarán a prevenir infecciones durante los Juegos Olímpicos”, afirmaba el presidente de la Asociación Médica de Tokio, Haruo Ozaki. «Los Juegos Olímpicos pueden desencadenar una propagación global de diferentes variantes del virus».
Los estrictos protocolos y cordones sanitarios no son tan efectivos como se esperaba. Se estima que hay una docena de trabajadores que han dado positivo en las últimas semanas, según la prensa nipona. También dio positivo un atleta serbio que aterrizó el domingo y se han detectado casos en las delegaciones de Francia, Egipto, Sri Lanka y Ghana.