Aunque nuestra sociedad ha cambiado en los últimos tiempos, todavía queda mucho camino por recorrer en ciertos aspectos sociales. Uno de ellos es el machismo, que todavía impera fruto de un pasado oscuro de este país. Uno de los ámbitos donde es más notorio este problema es el deporte, territorio con un carácter clásicamente masculino.
No me voy a meter en temas de la importancia del deporte femenino en detrimento del deporte masculino, porque ese es un tema que habría que desarrollar más a fondo. Hoy me voy a centrar en algo tan básico como la falta de respeto hacia las deportistas, que son tratadas como trozos de carne en vez de mujeres admirables por sus logros meramente deportivos.
La prensa deportiva siempre ha tenido cierto carácter machista. Solo hay que darse una vuelta por algunas publicaciones para ver cómo las mujeres de los futbolistas son tratadas como si de un trofeo más se tratara o encontrarnos contraportadas con mujeres ligeras de ropa, que estarían muy bien en los 70, pero que desentonan en pleno siglo XXI.
Otro tema son las propias periodistas deportivas, que por muy bien que hagan su trabajo a veces parece que solo son un objeto de museo al que poner al lado del periodista de turno. No caeré en la demagogía de decir que todas las periodistas deportivas españolas son maravillosas, como en todo hay gente que hace bien su trabajo y hay gente que no lo hace, independientemente de su raza, género o condición sexual, pero mujeres como Paloma del Río, Danae Boronat, Cristina Bea, Sara Giménez, Mónica Marchante, Noemí de Miguel o en este propio medio Alessandra Roversi o Cristina Caparrós, entre muchísimas otras, engrandecen esta profesión y deberían de tener mayor reconocimiento.
Pero lo que más nos duele a leer a muchos son titulares como en el que nos encontrábamos hace unos días acerca de la flamante campeona de Wimbledon, Garbiñe Muguruza. De nuestra mejor tenista, de una deportista que ha hecho historia para nuestro deporte en numerosas ocasiones teníamos que leer un titular tan lamentable como «Garbiñe Muguruza, mucho tenis, bonitas piernas y pocos novios». Este titular, que recuerda al cine de Pajares y Esteso, es un ejemplo más de ese machismo en el periodismo. Nunca leeríamos algo así acerca de Nadal, a no ser que fuera para resaltar las virtudes estéticas de su pareja de turno. Además tenemos que encontrarnos múltiples rankings sin ningún tipo de valor periodístico como «Las deportistas más sexys de los Juegos Olímpicos», «Los 50 mejores escotes del deporte» y similares que servirán para aliviar las necesidades de personas que estén faltas de cariño. Además, cuando se entrevista a una deportista de élite, siempre acaban saliendo temas como el fútbol y los omnipresentes Real Madrid y Barcelona. En una de estas ocasiones, la gran Mireia Belmonte tras ser preguntada sobre Messi y Ronaldo, que ya me diréis lo que le incumbe a ella, le dijo al reportero que a ver si hablaban más de natación en su programa cuando este le dijo que solo se mojaba en el agua.
Estos solo son algunos pequeños ejemplos de un tema que nos daría para hablar horas y horas, y en el que acabaríamos desquiciados después de ver tratos tan lamentables hacia las mujeres sin que haya todavía solución. Por suerte en España cada vez que ocurre un hecho de este tipo es denunciado y criticado en las redes sociales. Algunos periodistas denuncian estas actitudes, pero deberían ser más los que lo hagan y especialmente más los que dejen de llevarlo a la práctica. Dije en mi artículo sobre la homosexualidad en el fútbol que el mundo había cambiado y el fútbol debería cambiar con él. A esa frase me remito en este tema pero aplicándola al deporte y a la prensa en general. Es el momento de cambiar, es el momento de respetar a las deportistas y a las periodistas, es el momento de respetar a las mujeres.