Reconozco tener demasiado cariño por los clichés del fútbol. Debe ser que curtirse en campos de tierra, donde las heridas se multiplicaban por dos, te da otro punto de vista. Hoy la gente está cansada de los tópicos. “Si no entras fuerte te vas a hacer mucho más daño”, me aseguraban cuando no levantaba dos palmos del suelo. Yo elegía el camino fácil: no meter la pierna. Así seguro que no me lesionaba. Los terrenos de juego de nuestros pueblos, los de nuestra infancia, son los cimientos de nuestra mentalidad futbolera. Uno sabe que, por ejemplo, si metes el primer gol pronto “el encuentro sigue 0-0”. Que “hay que seguir con la misma mentalidad”. Y, sobre todo, que a partir de ese tanto inicial debes demorar al máximo cada falta, saque de banda o lo que sea.
Ronaldo, en el derbi ante el Atlético de Madrid del curso 2003-2004, se vio exclamando en el primer minuto que había que seguir pensando que ese choque “iba 0-0”. Todo porque pasó lo de siempre: un calentamiento de mierda se convierte en malas sensaciones. Las malas sensaciones te llevan a empezar mal. Y un mal inicio, en el Bernabéu, es sinónimo de derrota. Hay pocas cosas seguras en esta vida. Una es que el fútbol no es lo mismo con las gradas vacías. La otra es que si el brasileño se plantaba delante de un guardameta, solo podías pensar en cómo ibas a recoger ese balón del fondo de las mallas.
Los merengues volaban. Carlos Queiroz había agarrado el librillo de Vicente del Bosque, mucho menos carismático ante las grandes marcas, para seguir ganando trofeos. Poseían, sin duda, una constelación que solo podían llevarlos de manera directa al título. Sin embargo, uno nunca puede fiarse de nada. Y si hablamos del caprichoso fútbol, mucho menos. Una derrota en la final de la Copa del Rey ante el Zaragoza se convirtió en un paseo por el infierno. Los blancos, que lideraron la tabla durante gran parte del curso, acabaron en una vergonzante cuarta posición. Se preguntaban cómo podía ser. El fútbol miraba con condescendencia. Un mago nunca desvela sus trucos. Nunca puedes relajarte ante tal bribón. Los colchoneros acabaron en la séptima plaza, jugando el curso siguiente la Copa Intertoto. ¿Su resultado? Cayeron en la final ante el Villarreal. Desde luego, eran otros tiempos.
Imagen de cabecera: Laurence Griffiths/Getty Images