Casilda, Argentina. A 56 kilómetros de Rosario, pero lejos de La Pampa. Tolosa, Guipúzcoa, el lugar de nacimiento de Ainhoa Arteta o Xabi Alonso, entre otros. Tan lejos y tan cerca. Más de 10.000 kilómetros de distancia que no impiden la conexión mental entre dos hombres como Jorge Sampaoli y Juanma Lillo, el nuevo tándem del Sevilla FC.
La comunicación sensorial es un factor principal para entender la sinergia desmesurada entre individuos diametralmente opuestos. La filosofía congénere origina diversidad de pensamientos coyunturalmente estructurales. Así lo explicaría Juanma Lillo, como si de un marplatense se tratase. Así debemos entender, con otras palabras, que dos hombres tan distintos, pueden llegar a entender el fútbol de la misma manera y sacar fruto de ello.
Este año, el Sevilla FC será el club europeo con mayor número de futbolistas argentinos en su plantilla -Pareja, Kranevitter, Correa, Vázquez, Vietto y Mercado- y por lo tanto, quizás debamos acostumbrarnos a utilizar este tipo de términos. Las disyuntivas en el epicentro del vestidor, así como en la antecámara de prensa, serán resueltas con términos complejos para el aficionado común, así que no vendrá mal emprender hábitos para padecer lo menos posible, un problema de aprehensión. Dicho de otra forma, o empezamos a acostumbrarnos y a estudiar ciertas palabras, o no vamos a entender ni un pimiento.
Las sensaciones no pueden ser más positivas. La quimera aborda con vehemencia, sin llegar a frenesí, el deseo del sevillismo. La certidumbre se transforma en esperanza máxima con los nuevos ideales de caricias al esférico. Vamos, que Nervión espera con ilusión y entusiasmo el fruto del nuevo estilo de fútbol basado en la posesión de balón, el nuevo estilo del Sevilla FC.
Casilda y Tolosa, Argentina y España, Sampaoli y Lillo. Tan lejos y tan cerca. Tan retóricos y tan alentadores. Tanta palabra como fútbol.