Letonia, una nostalgia duradera

No fue la
Eurocopa del año 2004 un torneo que se recuerde con aprecio en la
siempre competitiva Alemania. El equipo entrenado por Rudi Völler
fue a caer en un grupo en el que también estaban la República
Checa, Holanda y Letonia. Ganar a los últimos y jugárselo con los
dos primeros entraba dentro de lo previsible pero saltó la sorpresa
y no fueron capaces de pasar del empate frente a los bálticos. Los
germanos incluso tuvieron que dar las gracias después de que
Verpakovskis se quedara a las puertas de marcar un tanto
‘maradoniano’.

El delantero era
la estrella de aquel combinado, que probablemente viviera esa tarde
en el Estádio Do Bessa su momento más glorioso. Menos de quince
años después, resulta imposible pensar que algo así pudo llegar a
suceder mientras ocupan las portadas de los periódicos como el
primer rival al que Gibraltar ha sido capaz de ganar desde que forma
parte de la FIFA.

La
sonrojante derrota no ha sido sino la confirmación de que Letonia
parece haber tocado fondo tras varios años de hundimiento
progresivo, con pasajes recientes como ser solo capaces de ganar a
Andorra en los encuentros oficiales rumbo a Rusia. Únicamente la
fase de clasificación para el Mundial 2010, donde terminaron
terceros a poca distancia de Grecia, ha supuesto un motivo para el
optimismo desde que viajaran a Portugal.

Resulta
difícil explicar los motivos aunque hay algunas pistas. Quizás una
de ellas sea la melancolía que arrastró el ya mencionado
Verpakoskis tras su actuación. El ídolo local había agrandado su
figura ya antes, en el playoff de acceso al torneo. Cara a cara
contra la Turquía que encabezaba Hakan Sükür, un tanto suyo dio la
victoria por 1-0 en la ida. La vuelta en Estambul parecía otro
cantar, más cuando los otomanos se pusieron con ventaja de 2-0. Sin
embargo los visitantes fueron capaces de empatar el choque, haciendo
él la segunda diana.

Dichos
méritos, sumados a los que acumulaba en el Dynamo de Kiev, le habían
valido para adquirir cierta fama. Pese a ello las desavenencias con
el técnico del plantel ucraniano fueron el desencadenante de una
serie de cesiones y aventuras infructuosas, Getafe y Celta de Vigo
incluidos, que acabaron diluyéndole.

No
se puede aun así centrar en él todas las miradas. La realidad es
que en aquel elenco del año 2004 había dos futbolistas, Pahars y
Stolcers, que jugaban en Inglaterra y gran parte del mismo se
desenvolvía en ligas de un nivel aceptable. De todos los convocados
ante Gibraltar solo seis defienden intereses fuera del país y cuatro
de ellos superan los veintinueve años.

Ya
no hay presencia tampoco de nombres que militen en el Skonto de Riga,
tradicionalmente el club más conocido del país. Su poder llegó a
ser tal que ganó catorce veces consecutivas el campeonato de liga,
estuvo cerca de eliminar en la Champions al Barcelona y fue el bloque
sobre el cual se construyó el éxito de la Eurocopa lusa. Pero en
2005 finalizó esa racha. Fue un varapalo duro y aunque volvieron a
coronarse en 2010, casualmente coincidiendo con el último gran
momento de la selección, terminaron declarándose en bancarrota.
Ahora navegan sin rumbo fijo por la categoría de plata después de
no obtener licencia para jugar entre los grandes en 2016.

Paradójicamente
esa situación trajo consigo que subiera el Rigas Futbola Skola, una
entidad de espíritu formativo que es la gran esperanza para
reverdecer viejos laureles toda vez que está dando oportunidades de
foguearse en un ambiente competitivo a chicos jóvenes. De la
evolución de estos puede depender el futuro toda vez que el presente
es poco halagüeño.