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Leslie Romero, todo por un sueño

Esta es la historia de una joven que lo dejó todo en Venezuela por un sueño: competir en unos Juegos Olímpicos en escalada.

El padre de Leslie Romero (San Juan de los Morros, 1998) es malagueño, y siendo joven se fue de Venezuela de vacaciones y le apasionó el país. Aunque regresó a España, decidió volver, a ver qué pasaba. Por entonces España estaba en crisis y en Venezuela tuvo la oportunidad de trabajar como chef de rango en un restaurante importante, así que finalmente decidió quedarse. Años después, conoció a la madre de Leslie, que trabajaba en un banco. Su padre iba todos los días a verla, pero se quedaba en la entrada, la miraba y se marchaba sin decir nada. Hasta que un día se atrevió y le pidió tomarse un café con ella.

Leslie nació en 1998 y desde muy pequeña empezó a trepar por los árboles. La escalada era un don que era incapaz de desarrollar en su plenitud en un país donde los recursos eran limitados. “Era consciente del nivel deportivo que estaba teniendo, de los resultados, la proyección y lo que quería para el futuro, y la situación en Venezuela se ponía difícil. Quería una proyección en mi vida, hacer un cambio en mi parte deportiva. Que me apoyen, que me valoren, que me den las herramientas. Quiero luchar por mi sueño pero bien, no luchar sin saber si se va a cumplir o no”, nos cuenta Leslie, que, con el apoyo de su familia, y tras hablar con la Federación española, decidió poner rumbo al país de su padre.

Y entonces, la pandemia

Él fue el primero que se mudó a España, a Alicante, para acomodar todo antes de su partida. Leslie quiso intentar la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio en la única oportunidad que le quedaba, un torneo continental en el que solo había una plaza en juego. Los últimos meses entrenó sola, con su entrenador mandándole la planificación desde España. Aun así, la primera ronda la superó siendo la segunda mejor. Sin embargo, en la siguiente ronda, en la prueba de velocidad (su especialidad), hizo una salida en falso y acabó la última, De ocho que pasaban a la final se quedó la 12º. «Venía de la nada e hice un papel increíblemente bien en bloque, me hizo creer que tenía una oportunidad. He mirado el vídeo mil veces y sigo pensando que no fue una salida en falso. Me dejó con la motivación de decir: esto no es solo un sueño, se puede hacer realidad si lo hago con todas las ganas, si me esfuerzo aun más, y si tengo el apoyo».

La competición acabó en febrero de 2020. Leslie hizo todo el papeleo, tuvo que ir a Caracas para sacar el pasaporte (que vale cinco veces más que el español, y te permite traspasar pocas fronteras) y ya había gastado gran parte de sus ahorros en el viaje. Y entonces, llegó la pandemia. Los vuelos se congelaron y tuvo que esperar un año para poder ir a España, donde le esperó su padre, que se quedó viviendo con amigos de la familia. Apenas abrieron las fronteras, viajó con su madre y su hermanp. Ahora viven en un puebli de Alicante, Mutxamel. ”Nos gusta mucho porque nos recuerda a nuestro pueblo en Venezuela, es tranquilo, no hace tanto frío y se está bien”.

De Alicante a Barcelona

Acceder al equipo español de escalada tampoco fue nada fácil. Su primer día fue una prueba en el rocódromo donde estaba entrenando la Selección. “Fue muy duro, llegué en febrero y desde diciembre no había podido entrenar nada. El rocódromo estaba cerrado en Venezuela y no pude entrenar. No estaba preparada al cien por cien para que él (el seleccionador) me viera. Me preguntaba por mi mejor tiempo en mi mejor condición, pero en ese momento no era capaz de hacerlo. Y me fue fatal. Estuve súper nerviosa, súper fuera de forma. Fallé muchos intentos. Me dijo: “No sé qué decirte, va a ser difícil apoyarte de esta manera”. 

Al día siguiente le dio otra oportunidad y ese día le fue mucho mejor: hizo siete segundos, más rápida, sin tantos fallos. Y entonces la metió en el equipo, con una condición: tenía que mudarse a Barcelona. «Para mí significaba dejar a mi padre de nuevo, estar sola. Venirme de Venezuela ya fue un paso bastante grande, pero ir a Barcelona sola era el siguiente nivel”.  La Federación apostó fuerte por ella y Leslie devolvió la confianza: en la primera Copa de Europa a la que asistió, en Innsbruck, se proclamó campeona con récord de España. “Pasó todo tan rápido y parecía tan fácil, que llegué a pensar que no me lo merecía”. 

Pasó de estar alquilada en una habitación en Barcelona y trabajar los fines de semana en un rocódromo en Gavá, dando clases de iniciación, a vivir en el CAR y no tener que preocuparse de pagar piso o comida. Trabajó hasta febrero de 2023, hasta que recibió una beca, que le ayudó a para ir a las competiciones. Tras el Mundial, donde quedó séptima, el Consejo Superior de Deportes le dio un premio importante, y también le facilitaron un muro alquilado en el CAR para poder ir a entrenar nada más desayunar, simplemente andando 30-40 pasos desde su residencia. Fue entonces cuando tanto ella, como su seleccionador, se dieron cuenta de que había opciones reales de lograr la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024.

Shanghái y Budapest

La plaza para los Juegos se decidía en la Series de clasificación olímpicas que se celebraban en dos partes: primero en Shanghái, después en Budapest. “Estaba súper nerviosa. Logré entrar a la final la decimoquinta, y en el segundo intento, con mucha presión. Sabía que tenía que hacerlo muy bien, porque tenía por detrás de mí chicas que hacían mejores tiempos. Tuve que cruzar dedos. Luego la final fue mucho más tranquila, me tocó un cruce bastante duro con una china que corría súper bien, pero yo fui a por todas». Leslie acabó décima y le valió para figurar momentáneamente entre las siete clasificadas a París. «Estaba la séptima, así que en Budapest sabía que tenía que hacerlo muy bien para estar dentro, y eso significaba ganar los octavos de final. La primera ronda hago un tiempo que me dejaba fuera o a las puertas, y en las segunda tenía que apretar. Ahí tuve el apoyo emocional de mi entrenador y del médico de la FEDME, que me hicieron liberar esa presión y poder disfrutar de la carrera y dar lo mejor de mí. Hice un tiempo que me ubicó bastante bien».

«Luego me tocó un cruce que podía ganar. La carrera fue bastante reñida. Perdí la carrera, pero hice un buen tiempo y había una coreana que estaba por encima, pero justo en Budapest se quedó fuera de la clasificatoria». Fue entonces cuando todos se pusieron a hacer cuentas. La clasificación era muy posible. “Estaba de los nervios, a mil. Me daban escalofríos. Deseaba que acabara la compe ya, para saber si estaba clasificada. Veía al fisio sacando los puntos y decía: ‘es que estás dentro’. Y no me lo creía, estaba más nerviosa que cuando estaba en la competición. Luego mi entrenador me dijo; ‘tía, yo creo que estamos dentro’. Sentí un poco de alivio, pero quería que me lo dijeran. Veía que estaban acomodando a la italiana y no me decían nada, y la italiana había quedado detrás de mí. Se me rompió el corazón un poco, decía: ¿qué va a pasar? Me llaman, mi entrenador pregunta si estamos dentro y dicen que sí. Y ahí me puse a llorar, pude sentir todas esas emociones. Lloraba de la alegría, pero parecía que estaba soltando toda esa presión que tenía dentro, realmente no lo puedo describir. Después de tanto tiempo, ya está. Fue muy emotivo, sobre todo compartir esto con el resto del equipo. Es lo más bonito. Esto no se logra sola, tienes un montón de gente que te acompaña y te hace, de cierta manera, ser mejor».

A Leslie le costó asimilar que se había clasificado para los Juegos Olímpicos, así que hizo un ejercicio: repasó todas las publicaciones de Facebook e Instagram en las que había escrito sobre sus emociones y pensamientos en los últimos años. “Ahí me di cuenta que veía los Juegos Olímpicos como un sueño, pero no sabía si podía cumplirlo o no. Y viendo lo que escribía, los vídeos… me di cuenta todo lo que pasé en Venezuela y aquí, que tampoco ha sido todo color de rosa. Y me siento bastante orgullosa porque nunca me rendí, persistí en todo momento, aunque pasasen cosas de no aguantar más, seguí luchando por pensar en que podía tener la oportunidad o que lo había dado todo por estar ahí».

Leslie Romero será la primera escaladora de España en unos Juegos Olímpicos, acompañando a un Alberto Ginés que ganó el oro en la combinada de Tokio 2020 y que competirá esta vez en bloque y dificultad. “Pienso en todo lo que viene detrás de eso, en las próximas generaciones. Mi lema de vida siempre ha sido inspirar a los demás. Y ahora estoy en la competición más importante, en unos Juegos Olímpicos, puedo usar esa ventana para dar ese mensaje, que si persistes y trabajas por tu sueño puedes lograrlo, y que no pasa nada si no lo consigues, pero haberlo dejado todo allí, que no es un fracaso porque lo que hay que hacer es dar el cien por cien, entrenar y tener claro el objetivo. Servir como pionera de ser la primera española, me llena bastante de orgullo y quiero ser inspiración para toda esa nueva generación, sobre todo para las chicas, que ahora somos muy pocas velocistas. Me gustaría que el deporte creciera mucho más a nivel femenino en cuanto a la escalada femenina de velocidad».

¿Opciones en París?

«Dar lo mejor de mí, como en todas las competiciones. Sí que es verdad que este es un escenario diferente. Me siento súper contenta de haber clasificado, y siendo realistas la competición es bastante dura. Nuestro objetivo es luchar por estar entre las ocho primeras. A ver si me puedo colar ahí. En Tokio solo había dos especialistas de velocidad y son los que ganaron la competición. Funcionó bastante bien lo de no fallar, pero ahora ha cambiado mucho la estrategia. Tendría que correr en 6.5 todo el tiempo. El nivel ha aumentado mucho, hay muy pocos fallos. Hay que jugar con dar el cien por cien y no fallar, pero también meterle caña, porque si no llegas al 6.5 y la otra falla, me puedo colar ahí. Es un poco impredecible, de eso se trata esta modalidad. Lo ideal es que no tengamos que jugar con el fallo de los demás. Ser competitivos y luchar por ganar la carrera». A por todas, Leslie.

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