Pablo SANTANA | Me van a perdonar, pero yo soy más sencillo. Ni ejército de plátano, ni escuadrón del gofio, ni constelación de papas con mojo. Yo veo un equipazo, no hacen falta más adornos. Y es que en mis 33 años –que sí, ya estoy en disposición de decirlo sin que suene a bisoño- no he disfrutado tanto con un equipo de fútbol como lo estoy haciendo con la Unión Deportiva de Setién y Eder. Obviamente digo esto asumiendo la subjetividad que te acompaña cuando del que hablas es del equipo de tu tierra, el que animas desde que eres un canijo y con el que has sufrido, gritado como un poseso y hasta llorado. Echando la vista atrás, también he “aplaudido con las orejas” con equipos tan dispares –en potencial y estilo- como el Barcelona (Pep, Rijkaard y lo que recuerdo de Cruyff), aquel enorme Celta que despegó con Irureta y llegó a su plenitud con Víctor Fernández, el Athletic de Bielsa o, por supuesto, la España de Aragonés y Del Bosque. Son muchos más, pero estos me marcaron especialmente.
Aún así, lo de ahora es otra historia. Llevo más de 20 años escuchando a mi padre hablar de Las Palmas de Tonono, Guedes, Germán o Castellano, que luego fue también la de Carnevali, Brindisi, Wolf o Morete. Al principio pensé que la pasión le hacía exagerar un poco las cosas, que debieron ser buenos pero no tanto como para decir que el estilo que ha llevado al Barcelona a lo más alto –técnico, con la posesión como argumento principal- ya se aplicaba aquí 30 ó 40 años antes. Luego empiezas a documentarte y a escuchar a gente como Chus Pereda, Segurola, García Caridad o Del Bosque decir prácticamente lo mismo y te das cuenta. Lees la historia de una Selección Canaria –unos años antes de la fundación de la UD- sacando del campo a un San Lorenzo de Almagro con aires de inalcanzable y no puedes evitar sentir orgullo. O investigas un poco sobre quiénes fueron Alfonso Silva, Padrón el Sueco, Molowny o Lobito Negro. Entonces te das cuenta de que no hacen falta ligas ganadas o participaciones en Champions para sentir que la historia de tu equipo es diferente, única. Que hay una “genética” propia, un talento de raíz en esta isla ultra-periférica y alejada del mundanal ruido que hace al futbolista canario diferente. Y entiendes que Las Palmas va por el buen camino, que futuro y presente pasan por mimar una cantera que es un tesoro e implantar una idea de juego que, digan lo que digan, debe ser irrenunciable. Que Quique Setién debe ser nuestro Johan, y que hay que tratar de hacer que se sienta valorado y que entienda que como aquí encontrará muy pocos sitios para desarrollar su idea.
Hoy no quiero hacer análisis tácticos ni hablar de objetivos que aún suenan a utópicos. La meta es seguir en Primera y terminar de la mejor manera posible. La obligación, seguir trabajando en la misma dirección. Como dijo un día uno de los entrenadores más grandes de todos los tiempos “no somos ni los más altos, ni los más fuertes, ni los más rápidos. Pero somos de los mejores con el balón”. Aragonés partió del sentido común para hacer de su Selección uno de los mejores equipos de siempre. La lógica para la Unión Deportiva debería ser parecida. Hagámonos fuertes potenciando aquello en lo que somos buenos.
Y ahora, a disfrutar del anecdótico liderato los próximos 15 días.