Balón en el punto de penalti. Nikita Parris frente a Vanina Correa. La
delantera inglesa comienza la carrera y dispara al lado izquierdo de la
portería. Correa aguanta hasta el último segundo. Cuando ve el lugar hacia el
que se dirige el balón se lanza con todo y saca una mano espectacular. Gracias
a esa parada y a otras muchas que realizó durante el encuentro Argentina
mantiene vivo el sueño de estar en los octavos de final del Mundial Femenino.
La brillante fase de grupos que ha cuajado Vanina Correa ha servido para que
los más de 40 millones de argentinos estén orgullosos de ella. Sin embargo, hay
dos que lo estarán todavía más, se llaman Luna y Romeo. Y han visto a su mamá
triunfar en un Mundial.
La historia de Vanina Correa es de esas que son bonitas y que tienen al
fútbol como principal protagonista. La arquera argentina está viviendo
actualmente su tercer Mundial Femenino, igual que Argentina. Correa ya estuvo
en Estados Unidos en 2003 y en China en 2007. Sin embargo, los resultados nada
tienen que ver con los que está cosechando en Francia. Después de ver que el
fútbol femenino no progresaba como es debido en Argentina, la portera decidió
dejarlo. En su cabeza había una cosa más importante, ser madre.
Una vez colgados los guantes, Vanina Correa comenzó a trabajar como cajera en
la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez hasta que, en 2014, cumplió su
sueño de ser madre. Luna y Romeo son el fruto de aquel deseo tan intenso que
hizo que Correa dejara de lado su otro gran amor, el fútbol. Sin embargo, su
última palabra defendiendo una portería no estaba dicha. Vanina tenía aparcado
el fútbol desde que colgó los guantes. Sin embargo, sus amigas la convencieron
para volver a jugar algún partido de manera ocasional. El nuevo punto de
inflexión en la vida de Vanina Correa llegó en 2017 cuando Carlos Borrello,
histórico seleccionador argentino, la vio jugar un torneo y la trató de
convencer para que volviera a la selección argentina.
El resto de la historia hasta llegar a Francia es por todos conocida.
Correa aceptó la llamada de Borrello para ser la guardameta argentina en la
Copa América 2018 y en la repesca contra Panamá que le dio a Argentina la
clasificación para el Mundial. No obstante, la historia le tenía otro regalo
preparado. Un grupo con Japón (finalista en el último Mundial), Inglaterra
(semifinalista en Canadá 2015) y Escocia no parecía el mejor de los negocios
para Argentina. Sin embargo, la actuación de la albiceleste conquistó a todo el
planeta fútbol. Amarraron un 0-0 contra Japón en el primer encuentro en el que
Vanina Correa dejó por primera vez a cero la portería de la selección
argentina. Perdieron por la mínima ante Inglaterra en un partido
inconmensurable de Correa que le sirvió para ser nombrada como mejor jugadora
del partido y recibir halagos del seleccionador inglés Phil Neville, quien
dijo: “Su actuación de hoy es de una portera de clase mundial”.
Ayer, frente a Escocia, el combinado argentino remontó un 3-0 para acabar
3-3 y así seguir soñando con continuar su andadura en este Mundial de Francia. El
papel de Argentina en esta Copa del Mundo ilustra a la perfección el eslogan de
este Mundial: “Le moment de briller (El momento de brillar)”. Vanina Correa se
lo ha tomado al pie de la letra y después de dos campeonatos del mundo aciagos
ha llegado su momento en un Mundial. Ha brillado con luz propia en todos los
partidos de su selección y en el recuerdo de todos quedará su increíble
actuación frente a Inglaterra. Además, su historia puede servir para cambiar
las condiciones del fútbol femenino tanto en Argentina como en el resto del
mundo. Ahora, las niñas no van a querer ser Abbondanzieri, Romero o Armani. Las
niñas, y, qué demonios, también los niños, van a querer ser Vanina Correa.
You must be logged in to post a comment Login