Con la primera edición de la Copa ATP concluida, es el momento de sacar conclusiones. Y también, inevitable comparar con la nueva versión de la Copa Davis celebrada en noviembre. Ambas, casi calcadas, han protagonizado el final e inicio de temporada.
La Copa ATP, cuya primera campeona es Serbia, ha confirmado algo que ya estaba claro con la Copa Davis. No es viable organizar en una misma pista dos series que suman seis partidos. Lo vimos en Madrid hace dos meses con jornadas superando con frecuencia la medianoche; lo hemos visto en Australia (principalmente en Sydney y Brisbane) con numerosos partidos jugándose ya en el día siguiente.
Un error que ha cometido la Copa ATP que no hizo la Copa Davis es la programación de la final. En Sydney, la final comenzó a las 18:30h. Una hora decente si es un partido. Pero siendo tres y con altas probabilidades de decidirse en el tercero, debió programarse antes. Cuando Djokovic y Troicki proclamaron campeona a Serbia, los relojes de Sydney marcaban más de la 1am. La única explicación, adaptarse al horario europeo, pues en Europa acabó a la hora de comer y España y Serbia eran finalistas.
En noviembre, en Madrid, a mitad de torneo se adelantó la jornada media hora para tratar de acabar antes. En la ATP Cup se ha mantenido el horario todo el torneo. Momento de analizarlo de cara a 2021.
Cuando se presentó la nueva competición de la ATP, se anunciaron tres sedes: Perth, Sydney y Brisbane. La primera en la costa oeste, las dos últimas en la costa este. Las tres a nivel del mar, aunque con diferentes condiciones. En la fase final (desde cuartos), todo el tenis se trasladó a Sydney, a pesar de que las dos finalistas jugaron en Brisbane (Serbia) y Perth (España).
La Copa ATP tiene cuatro fortalezas bien definidas: ubicación en el calendario, puntos, número de equipos y reparto de enfrentamientos. Se juega en enero en los prolegómenos del Abierto de Australia. Condiciones similares y los principales actores del circuito están presentes. Una preparación excelente de cara al primer Major de la temporada.
Como competición organizada por la ATP, implica puntos para los tenistas que es, en definitiva, lo que les sirve para avanzar en la clasificación. Competir al más alto nivel, con las consecuencias que conlleva y sin sumar puntos, es contraproducente.
La Copa ATP cuenta con 24 equipos por los 18 de la Copa Davis. Cada equipo disputa tres partidos y en el mejor de los casos no se confirma la clasificación hasta que se ganan las dos primeras series. Pero aún clasificados para cuartos, sigue habiendo puntos en juego, por lo que los partidos siguen teniendo atractivo.
En la Copa Davis, al ser tres equipos por grupo sólo se juegan dos partidos. Sin repartir puntos, en Madrid se vivieron escenas de partidos de dobles suspendidos por incomparecencia de tenistas dado que ya estaban clasificados para cuartos de final y no querían correr riesgos. La Copa ATP no sufre estos efectos.
En la recién estrenada competición, las reglas de enfrentamientos están claras: primero los números 2 de cada equipo y después los números 1. No se pueden intercambiar. Si el número 1 no está disponible, el segundo tenista pasa a ser primero y el siguiente de mejor clasificación, segundo. Con estas condiciones hemos visto (desde la fase de grupos) enfrentamientos como: Tsitsipas – Kyrgios; Djokovic – Medvedev; Nadal – De Miñaur; Bautista – Kyrgios; Djokovic – Nadal; De Miñaur – Zverev; Shapovalov – Tsitsipas o Zverev – Tsitsipas.
Para el final, quizás lo más relevante. Dos torneos por equipos con características prácticamente iguales en menos de dos meses es muy poco útil y confunde al público. ¿Una Copa Davis y, mes y medio después, otra competición por equipos? Difícil de explicar. Más difícil de entender. Toca aprender de la experiencia.
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