Ya lo vaticinaba Coz a principios de esos locos años 80: las chicas pueden con todo. Esa canción, constituida como un auténtico himno pro-revolución femenina, se adecuaría también si la relacionamos con el mundo del balompié actual.
En los últimos tiempos, ese bello deporte llamado fútbol femenino ha visto como la importancia de la que gozaba ha ido creciendo a pasos agigantados. Es ejemplo válido el aumento en el interés por la Liga Iberdrola, la máxima categoría del fútbol de féminas en nuestro país. Esto, ha conllevado también la mejora en las condiciones de la competición, con grandes inversiones de patrocinadores y empresas.
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Sin embargo, la cima, el momento pletórico de este deporte tiene sabor colchonero: El pasado domingo, Atlético de Madrid y FC Barcelona tenían una cita en el Vicente Calderón. La hinchada, quiso arropar a su equipo poblando las gradas, lo que posibilitó registrar una entrada de 14.000 espectadores, algo histórico en una competencia femenina.
Debemos apoyarlas, se lo merecen. De hecho, estamos comenzando a hacerlo. Jugadoras nacionales están triunfando fuera de nuestras fronteras y nosotros, centrándonos únicamente en el deporte masculino, no les estamos dando la importancia que requieren.
Un ejemplo de éxito de nuestro fútbol es Verónica Boquete. Esta mediapunta natural de Vigo, ha conseguido hacerse un nombre en el todopoderoso Paris St- Germain francés. Le sigue los pasos en el estrellato Marta Corredera; delantera que, tras su paso por territorio “gunner”, ha encontrado su sitio en el Atleti.
Estamos abriendo los ojos, pero aún queda mucho para poder ver con claridad. La aparición de “nuestras chicas” en televisión es cada vez mayor y, poco a poco, los demás medios de comunicación están empezando a hacer eco de sus logros.
El sacrificio de “ellas” también merece recompensa. Las horas de entrenamiento, esfuerzo, y su lucha por hacerse un hueco en el panorama nacional e internacional, es tanto o más duro que el de los que lo tienen todo hecho.
Contamos con potencial y talento, solo falta que seamos capaces de verlo.