¿Quién no ha soñado alguna vez con volar? Salir corriendo a toda
velocidad, coger impulso, saltar y tener la impresión de levitar, de mantenerse
suspendido en el aire. El sueño es tener el poder de separarse del suelo, levantarse
unos centímetros y disfrutar de la sensación de ingravidez… al menos por unos
segundos. Un deporte que reúne perfectamente esta dinámica y que nos hace soñar
con la posibilidad de volar es el triple salto. De manera parecida a lo que
ocurre con el salto de longitud, el triple salto nos permite ser testigos de
imágenes que, en ocasiones, rayan la irrealidad.
Atletas voladores. Auténticos pájaros. Seres con apariencia humana
pero con la maravillosa capacidad para suspenderse en el aire y no permitir que
sus pies toquen el suelo hasta pasados unos segundos que, en ocasiones, parecen
eternos. El sueño de volar expuesto ante miles de personas que, admirados, sólo
pueden levantarse y aplaudir. Así ocurrió en Birmingham. Porque lo que tuvo
lugar en el estadio Jesse Owens de la ciudad inglesa fue pura magia. Hubo
muchos protagonistas, pero ninguno tan especial como ella, la triplista Ana
Peleteiro.
Gallega. 22 años. Plusmarquista nacional juvenil y júnior. Campeona
Mundial Júnior en 2012 (Barcelona). Premio Princesa de Asturias (2013).
Infinidad de reconocimientos avalan la carrera de esta coruñesa, sin embargo,
ninguno como el logrado en los Mundiales en pista cubierta celebrados en
Birmingham. La ciudad inglesa fue testigo de la conversión de una joven promesa
en una verdadera atleta de élite, con medalla incluida. Aquel sábado 3 de marzo
el tiempo se paró. Ana ejecutó el mejor salto de su carrera y se alzó con el
bronce. El primer metal de su trayectoria en categoría sénior. La absoluta
consagración.
Peleteiro hizo historia. Lo supo nada más rozar la arena. Su grito
tras contactar de nuevo con la superficie después de un salto que se tornó
infinito quería decir mucho. Rabia, convicción, orgullo, deseos de metal…
Emociones enlatadas en un vuelo de 14.40 metros, el mejor de su vida, el que le
catapultó hasta el tercer escalón de un podio completado por la jamaicana Kimberly
Williams (14.48m) y la venezolana Yulimar Rojas (14.63m), que repitió primer
puesto.
Una distancia, la lograda por Peleteiro, que queda registrada como
la segunda mejor marca española de la historia, tras los 14.64m de Carlota
Castrejana – los cuales le valieron el oro en los Europeos de 2007 –. 17
centímetros más que en los Mundiales de Londres de 2017, en los que la gallega había
batido su récord personal y alcanzado el séptimo puesto. 17 centímetros que
valen un bronce. Una presea que le da alas a la pupila del mítico saltador de
longitud Iván Pedroso para seguir soñando, seguir mejorando y seguir sintiendo
que puede volar. Porque ella es un pájaro. Vuela. Es libre. Ella es Ana
Peleteiro. Ella es ‘Lady Bird’.
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