El Granada se encontraba ante una final antes de enfrentarse al Real Betis con la suerte de hacerlo como local. Parece un tópico pero tras su abultada derrota en Eibar, tras esa demostración de fragilidad e ineficacia, los tres puntos en el derbi andaluz eran más valiosos que el oro. Que el diamante, incluso. Y, por supuesto, los jugadores nazaríes eran conscientes de ello.
El fútbol ha evolucionado con el paso del tiempo; la modernidad y la globalización del mundo han abierto las fronteras de modo que cualquier jugador puede fichar por un club de la otra punta del planeta o cualquier aficionado ver un encuentro de la liga más remota gracias al acceso a Internet. El fútbol no conoce barreras. Y el Granada es el mejor ejemplo de ello.
Ante el Betis, el partido que necesitaban ganar sí o sí para continuar en la pelea, hicieron historia alineando a once jugadores de distinta nacionalidad en su equipo titular: Ochoa (México); Foulquier (Francia), Ingason (Islandia), Gastón Silva (Uruguay), Héctor (España); Uche Agbo (Nigeria), Hongla (Camerún), Wakaso (Ghana); Pererira (Bélgica), Adrián Ramos (Colombia), Carcela (Marruecos).
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Los de Lucas Alcaraz hicieron un partido perfecto. Fueron una apisonadora que atropelló al Betis a base de fútbol, intensidad, velocidad y goles. Cuatro, concretamente. El delantero cafetero estuvo especialmente acertado y de sus goles, en combinación con la velocidad de Carcela, el balón parado de Andreas Pereira y la sobriedad defensiva dependerán gran parte de las opciones del Granada por mantenerse una temporada más en la máxima categoría del fútbol español.
Ha empatado a puntos con el Sporting (16) a tan solo dos del Leganés, equipo que visita el Camp Nou esta jornada, y la exhibición vivida en el nuevo Los Cármenes les dará esperanza en esta dura lucha. Una esperanza construida a través de la multiculturalidad, de la mezcla de nacionalidades, culturas, porque eso nunca debería ser un inconveniente sino una solución. Porque por mucho que algunos se empeñen en construir barreras, en regresar atrás en el tiempo e involucionar, no hay muros capaces de frenar al ser humano y su sentido de la generosidad, la compasión y su esperanza. El arma más poderosa del (mundo) Granada.